CLAUDIO RODRÍGUEZ: AMOR Y POESÍA
Por Ana Franco
ASÍ EL DESEO. COMO EL ALBA, CLARA
Así el deseo. Como el alba, clara desde la cima y cuando se detienetocando con sus luces lo concreto recién oscura, aunque instantáneamente.
Después abre ruidosos palomares y ya es un día más. ¡Oh, las rehenespalomas de la noche conteniendosus impulsos altísimos! Y siemprecomo el deseo, como mi deseo.
Vedle surgir entre las nubes, vedle sin ocupar espacio deslumbrarme. No está en mí, está en el mundo, está ahí enfrente. Necesita vivir entre las cosas.
Ser añil en los cerros y de un verde prematuro en los valles. Ante todo, como en la vaina el grano, permanece calentando su labor enardecido para después manifestarlo en breve más hermoso y radiante. Mientras, queda limpio sin una brisa que lo aviente, limpio deseo cada vez más mío, cada vez menos vuestro, hasta que llegue por fin a ser mi sangre y mi tarea, corpóreo como el sol cuando amanece.
SOMBRA DE LA AMAPOLA
Antes de que la luz llegue a su ansia muy de mañana, de que el pétalo se haga voz de niñez, vivo tu sombra alzada y sorprendida de humildad, nunca oscura, con sal y azúcar, con su trino hacia el cielo, herida y conmovida a ras de tierra.
Junto a la hierbabuena, este pequeño nido que está temblando, que está acariciando el campo, dentro casi del surco, amapola sin humo, tú, con tu sombra, sin desesperanza, estás acompañando mi olvido sin semilla. Te estoy acompañando. No estás sola.
CUÁNDO HABLARÉ DE TI SIN VOZ DE HOMBRE
Cuándo hablaré de ti sin voz de hombre para no acabar nunca, como el río no acaba de contar su pena y tiene dichas ya más palabras que yo mismo.
Cuándo estaré bien fuera o bien en lo hondo de lo que alrededor es un camino limitándome, igual que el soto al ave.
Pero, ¿seré capaz de repetirlo, capaz de amar dos veces como ahora? Este rayo de sol, que es un sonido en el órgano, vibra con la música de noviembre y refleja sus distintos modos de hacer caer las hojas vivas.
Porque no sólo el viento las cae, sino también su gran tarea, sus vislumbres de un otoño esencial. Si encuentra un sitio rastrillado, la nueva siembra crece lejos de antiguos brotes removidos; pero siempre le sube alguna fuerza, alguna sed de aquellos, algún limpio cabeceo que vuelve a dividirse y a dar olor al aire en mil sentidos.
Cuándo hablaré de ti sin voz de hombre. Cuándo. Mi boca sólo llega al signo, sólo interpreta muy confusamente. Y es que hay duras verdades de un continuo crecer, hay esperanzas que no logran sobrepasar el tiempo y convertirlo en seca fuente de llanura, como hay terrenos que no filtran el limo.
Largo se le hace el día a quien no ama y él lo sabe. Y él oye ese tañido corto y duro del cuerpo, su cascada canción, siempre sonando a lejanía. Cierra su puerta y queda bien cerrada; sale y, por un momento, sus rodillas se le van hacia el suelo. Pero el alba, con peligrosa generosidad, le refresca y le yergue. Está muy clara su calle, y la pasea con pie oscuro, y cojea en seguida porque anda sólo con su fatiga. Y dice aire: palabras muertas con su boca viva. Prisionero por no querer, abraza su propia soledad. Y está seguro, más seguro que nadie porque nada poseerá; y él bien sabe que nunca vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama, ¿cómo podemos conocer o cómo perdonar? Día largo y aún más larga la noche. Mentirá al sacar la llave. Entrará. Y nunca habitará su casa.
SIN ADIÓS
Qué distinto el amor es junto al mar que en mi tierra nativa, cautiva, a la que siempre cantaré, a la orilla del temple de sus ríos, con su inocencia y su clarividencia, con esa compañía que estremece, viendo caer la verdadera lágrima del cielo cuando la noche es larga y el alba es clara.
Nunca sé por qué siento compañero a mi cuerpo, que es augurio y refugio. Y ahora, frente al mar, qué urdimbre la del trigo, la del oleaje, qué hilatura, qué plena cosecha encajan, sueldan, curvan mi amor.
El movimiento curvo de las olas, por la mañana, tan distinto al nocturno, tan semejante al de los sembrados, se va entrando en el rumor misterioso de tu cuerpo, hoy que hay mareas vivas y el amor está gris perla, casi mate, como el color del álamo en octubre.
El soñar es sencillo, pero no el contemplar. Y ahora, al amanecer, cuando conviene saber y obrar, cómo suena contigo esta desnuda costa. Cuando el amor y el mar son una sola marejada, sin que el viento nordeste pueda romper este recogimiento, esta semilla sobrecogedora, esta tierra, este agua aquí, en el puerto, donde ya no hay adiós, sino ancla pura.
THE NEST OF LOVERS( Alfistron )
Y llegó la alegríamuy lejos del recuerdo cuando las gaviotascon vuelo olvidadizo traspasado de albaentre el viento y la lluvia y el granito y la arena,la soledad de los acantiladosy los manzanos en pleno conciertode prematura floración, la saviadel adiós de las olas ya sin mary el establo con nubesy la taberna de los peregrinos,vieja en madera de nogal negruzcoy de cobre con sol, y el contrabando,la suerte y servidumbre, pan de ángeles,quemadura de azúcar, de alcohol reseco y bello,cuando subía la ladera me ibanacompañando y orientando hacia...
Y yo te veo porque yo te quiero.No era la juventud, era el amorcuando entonces viví sin darme cuentacon tu manera de mirar al viento,al fruto verdadero. Viste arañasdonde siempre hubo músicalejos de tantos sueños que iluminanesa manera de mirar las puertascon la sorpresa de su certidumbre,pálida el alma donde nunca hubooscuridad sino aguay danza.
Alza tu cara más porque no es una imageny no hay recuerdo ni remordimiento,cicatriz en racimo, ni esperanza,ni desnudo secreto, libre ya de tu carne,lejos de la mentira solitaria,sino inocencia nunca pasajera,sino el silencio del enamorado,el silencio que dura, está durando.
Y yo te veo porque yo te quiero.Es el amor que no tiene sentido.El polvo de la espuma de la alta mareallega a la cima, al nido de esta casa,a la armonía de la teja abiertay entra en la acacia ya recién llovidaen las alas en himno de las gaviotas,hasta en el pulso de la luz, en la altamano del viejo Terry en su taberna mientras,toca con alegría y con purezael vaso aquel que es suyo. Y llega ahorala niña Carol con su lucerío,y la beso, y me limpiacuando menos se espera.
Y yo te veo porque yo te quiero.Es el amor que no tiene sentido.Alza tu cara ahora a medio vientocon transparencia y sin destino en tornoa la promesa de la primavera,los manzanos con júbilo en tu cuerpoque es armonía y es felicidad,con la tersura de la timidezcuando se hace de noche y crece el cieloy el mar se va y no vuelvecuando ahora vivo la alegría nueva,muy lejos del recuerdo, el dolor solo,la verdad del amor que es tuyo y mío.
Claudio Rodríguez