Y también fue en aquellos tiempos, cuando por primera y única vez en mi vida, exploté mi faceta de compositor. Un día se me clavó una melodía en la cabeza, y decidí hacer unas estrofas para esa música que no dejaba de tararear. Lo hice con un teclado que me habían regalado para la comunión unos años atrás. Sin ningún conocimiento musical, resultó una ardua tarea la de ir probando notas, hasta conseguir escribir en una partitura la melodía que sonaba en mi mente. Primer reto conseguido.
Una vez hecho esto, me puse a escribir. Fue fácil, igual que vino la música, llegó la letra de la canción, una tarde de verano mientras miraba al cielo. El estribillo decía así:
Como nubes que pasarán, todo vuelve...
Como nubes que pasarán, nada acaba...
Como nubes que pasan...
Como veis tenía mucha miga la cosa... xD. La canción se titulaba “Como nubes que pasan”, y aún hoy recuerdo perfectamente la melodía y el estribillo. Escribí también un par de estrofas, que en alguna vieja hoja de papel deben de sobrevivir...
Estuve un par de meses cantando mi canción todo el día. Allá donde iba, con el estribillo en la boca. Mi madre, la pobre, terminó odiando la cancioncilla de marras, de tanto que me la oía.
Y esta escena de mi más tierna infancia, que se quedo ahí, en una mera anécdota, volvió a florecer hace escasos días. Estos recuerdos, acompañados de una sonrisa, me sorprendieron mirando al cielo de nuevo, una tarde de verano, unos cuantos años después, cuando disfruté viendo esto:
Es increíble como asocia ideas la mente humana. Como un olor, un atardecer, o unas cuantas nubes, despiertan recuerdos y sentimientos que permanecían dormidos en un rincón de la memoria.