Mercado 25 de Mayo: alrededor se situan las oficinas públicas y los bancos privados
Bienvenidos a Cuchibamba, no hace mucho conocida como Cochabamba, la Ciudad Jardín, la que todavía se jacta de ser el mejor sitio para vivir en Bolivia. La recomiendan los médicos, incluso, cual si fuera una receta infalible. Vete al valle a dormitar debajo de los molles y a columpiarte de los sauces. Piérdete en una chacra y recoge los choclos más dulzones. Háblale en quechua a una cholita y te obsequiará los mejores quesillos. Y de yapa, un tutumazo de chicha para “matar el chancho” del chicharrón que has devorado con las manos. El paraíso en la Tierra, sucursal del cielo, se dice, se decía. De mitos hemos vivido y seguimos viviendo. Nunca la autocomplacencia se había tornado tan irrespirable.
A nadie le gusta exponer sus miserias. No es saludable airear la porquería fuera de casa, pero esto ya rebasa el límite de lo tolerable. Siento asco de publicar un texto sobre tanta inmundicia y hasta exponer a los lectores a las cochinas fotografías, pido disculpas por ello. Al menos, ustedes no tuvieron que contener la respiración y armarse de tripas corazón para ir a cerciorase in situ, porque cuando vi las primeras imágenes en televisión no me lo creía. Así que hice el sacrificio de llevar mi cámara y apretar el botón a toda prisa. El aire era tan inaguantable de los restos putrefactos que me asombraba de que pudiera haber vendedoras de carne y hortalizas justo al frente de la basura.
No son instantáneas de barrios alejados, sino de las calles y mercados más céntricos de la ciudad, sitios, naturalmente con gran afluencia de público. Los contenedores todo el tiempo están repletos hasta rebosar y apestan tanto que caminar por esas aceras es casi imposible. Aun así, a pocos metros funcionan comedores populares donde hasta oficinistas de corbata van a engullir el platito de media mañana. Quién como el cochabambino que se la pasa comiendo y llenando de desperdicios su “preciosa” ciudad, tal como cantan los pregoneros de los noticieros que se levantan con los gallos.
Esta es la puerca urbe que nuestras autoridades fueron a promocionar al Brasil para obtener la sede de los Juegos Odesur. Y uno se pregunta, qué vinieron a observar los jueces extranjeros antes de dar el visto bueno. Aeropuerto-hotel-instalaciones deportivas fue el tour bien maquillado que les proporcionaron, luego los despacharon con el estómago lleno y el corazón contento. A riesgo de quedar sin sede, nos hicieron el favor por puro descarte. Esta es la pestilente ciudad que ha prometido desembolsar 500 millones de dólares en cuatro años en la construcción de infraestructura y villas olímpicas, cuando hace más de quince años no puede solucionar un problema tan elemental y urgente como el tratamiento integral de la basura.
La misma estampa cada dos o tres cuadras en pleno centro de la ciudad
Cochabamba es un muladar gigante y, con seguridad, una de las ciudades más sucias del país, pese a lo benigno de su clima. Es dramático circular por las avenidas y carreteras con plásticos y papeles en sus orillas. Tirar la envoltura de un caramelo o la cáscara de una fruta al suelo es tan natural que nadie se inmuta. Sin embargo, a pocos pasos están los trillizos basureritos de distinto color casi siempre vacíos. Y para colmo, nunca faltan los inadaptados que los destrozan por puro placer vandálico. Por dios, que juro haber visto a gente tirar su bolsa de basura a los pies de los recolectores gigantes y abiertos que existen en algunos mercados. Hay gente con tanta flojera como mierda en la cabeza.Como esto se ha vuelto un problema crónico, las autoridades no olvidan subrayar como un pilar básico en sus programas electorales. Luego, extrañamente, llegadas al poder se olvidan del asunto o traspasan la responsabilidad a las siguientes. Según un arquitecto ambientalista conocedor del tema, desde 1998 existía un proyecto a diseño final para implementar un verdadero relleno sanitario y no un botadero como el que actualmente existe. Sin embargo, todo se ha perdido en la dejadez de los gobernantes. Pero lo más asqueroso del asunto es que había habido una suerte de negligencia planificada, pues resulta que la inmundicia constituye un pingüe negocio. En distintas gestiones, burócratas muy imbuidos de viveza criolla se repartieron junto a dirigentes barriales los cobros por tonelada de basura ingresada al botadero.
Luego el desastre se fue consolidando, al extremo de permitir asentamientos urbanos alrededor del botadero de K’ara K’ara (literalmente, erial, sitio despoblado, en quechua), con el consiguiente negocio para loteadores ilegales que coludidos con funcionarios municipales hicieron de las suyas durante años. En los últimos años, el sitio colapsó, según denuncia el mismo ambientalista al extremo de que se ha contaminado todo el lugar, incluyendo las aguas subterráneas. En consecuencia, los pobladores, hartos de las eternas promesas de los gobernantes para cambiar de sitio, tienen en jaque a la ciudad cada cierto tiempo, bloqueando los ingresos de los camiones basureros al lugar. Los tienen calmados a plan de convenios anuales, con prebendas de construirles una posta sanitaria, un puesto policial o asfaltar alguna calle. El mismo juego irresponsable todos los años.
Mercado Calatayud: el mayor basural que he visto dentro de una ciudad
Hoy se cumple una semana de este nuevo desastre, que empezó el mismo día de Año Nuevo. Mientras la autoridades, quién sabe, estaban festejando a lo grande en alguna fiesta, desde muy temprano los pobladores de la zona cerraban las puertas del botadero por enésima vez. Curiosamente, tanto el alcalde como el gobernador desaparecieron del mapa los días iniciales, hasta que llegaron los primeros aromas pestilentes. Recién por la presión social se han puesto a negociar para hallar una solución al conflicto, que dista de concretarse hasta el momento. Es hasta paradójico que el gobernador haya sacado su mensaje televisado de fin de año deseando mejores días para Cochabamba y otras tonterías de manual. Ahí está, la ciudad apestando como nunca en pleno verano, como mejor comienzo de año. Es hasta irónico que el alcalde haya bautizado con su folclórico apodo a los carros basureros y en la práctica brindar un pésimo servicio. La vida es más que una simple guitarreada, alcalde “Cholango”. Ambos ya van por el tercer año de su gestión y solo han dado muestras de galopante ineptitud. Pese a los compromisos electorales, ni se movieron de sus sillones para ir a buscar un nuevo sitio para la basura, hasta que el hedor llegó a sus narices. No sería extraño que, en un par de años, tengan el desparpajo de volver a postularse para la reelección.
-------------------------------Nota: "Cuchibamba" es una castellanización de Khuchipampa, una aproximación sonora a Khochapampa(llanura anegada, pantanal) de la cual deriva “Cochabamba”. En el noble lenguaje de los incas -uno de los más metafóricos que existe, según me explicó un sociólogo- Khuchipampa (pronúnciese como "queen" en inglés) podría traducirse como “llanura sucia, nauseabunda, asquerosa”. Asimismo, “khuchi” es el nombre común que se da a los cerdos, así que tranquilamente puede admitir el significado de “porqueriza, basural o lugar de chanchos”). Como está la situación tan verraca, creo que no voy mal encaminado. Por otro lado, khuchi también es un calificativo peyorativo que se da a la gente de amplia y desordenada vida sexual. Lo dicho, da para múltiples interpretaciones.