Aquella primera vez la recordábamos muy bien, pero no podríamos dar más detalles. En esta segunda incursión, nos quisimos fijar un poco más.
Mientras esperábamos, unas aceitunas y unas tapitas. Estupendo, porque aunque en Madrid sea típica la tapa, una vez sentados en la mesa, hay que valorar el detalle.
El cocido un poco peor de lo que recordábamos. La sopa estaba rica, con guindillas para acompañarla, aunque a nuestro parecer, sabía demasiado a verdura. El garbanzo era grande (esta ruta del cocido nos está enseñando a apreciar especialmente los cocidos con garbanzo pequeñito), el chorizo y la morcilla normalitas y la carne y la zanahoria muy buenas.
El precio del cocido es de 18 euros y, en resumen, no será el mejor que hemos comido, pero aún así, el local nos encanta, su barra clásica es ideal para tomar un vermú, la carta es variada, con guiños a la cocina asturiana y el servicio inmejorable. Si es un restaurante centenario ¿por algo será?