Ingredientes:
- 1 bote de garbanzos cocidos
- 1 lata de callos cocinados
- Chorizo y/o jamón
- Tabasco, guindilla seca o cayena
- Sal (sólo si es necesaria)
No todo iban a ser en este blog recetas con cocciones largas y prolongadas. Hoy os enseño una de esas recetas a las que yo denomino como "cocina de supervivencia".
Resulta que siempre tenemos un día tonto en que, por falta de tiempo, de ganas, de previsión, o de todas ellas juntas, llegamos a casa y no tenemos nada que echarnos al gaznate. Y si lo tenemos, no nos apetece.
Imaginad ese típico día frío, con viento y lluvia, donde lo que mejor nos sentaría es un plato de esos "de cuchara", reconfortante y calentito.
Pues aquí os muestro una posible solución, aunque desde luego, existen otras. Sirva esta receta como idea.
Es evidente que los callos enlatados, salvo alguna honrosa excepción difícil de localizar, no resultan ni de lejos parecidos a los caseros. Es decir, que comerlos tal como vienen resulta, digamos, triste.
Y también tenemos la intuición de que a los garbanzos cocidos de bote, aunque suelen venir cocinados en su punto, les falta algo de "acompañamiento". Comerlos tal como están, sin nada más, puede resultar incluso más triste que lo anterior.
Así pues, vamos a hacer que la tristeza se convierta en alegría.
RECETA (por llamarla de alguna forma):
Esta vez sin delantal ni nada, a pelo, abrimos la lata de callos procurando no cortarnos (importante) y los echamos en una cazuela adecuada.
Destapamos el bote de garbanzos y se lo añadimos a lo anterior con su agua de cocción y todo. Esta vez el peligro de cortarse es menor ya que suelen venir con tapa de rosca. Aunque cosas más raras han visto mis ojos...
Ponemos la cazuela a fuego muy lento para que no se peguen los callos, que suelen venir en bloque.
Descorchamos una botella de vino y partimos unas ronchas de chorizo. Bebemos un trago "a nuestra salud" y nos trapiñamos alguna ronchita con un currusco de pan. Para ir abriendo boca.
El resto del embutido, ya partido, lo ponemos en un platito en el microondas durante 20 segundos y después lo juntamos al guiso. Si queremos, en vez de chorizo, le ponemos unos taquitos de jamón de esos que ya vienen cortaditos. O ambas cosas. Al gusto.
Añadimos unas gotitas de Tabasco (sin pasarse), o un par de cayenas, o unas rodajas de guindilla seca y dejamos a fuego suave unos 15 minutos, moviendo de vez en cuando para que no se pegue... ¡y listo!
Probamos de sal y, caso de estar soso, añadimos con moderación. Aunque no suele ser necesaria.
Barrita de pan, botella de vino, una cuchara... y a comer. Y si es en buena compañía, mejor.
Resulta, dadas las circunstancias, una receta bastante "digna". Caso de no tener garbanzos, por ejemplo, los sustituímos por alubias blancas cocidas (queda incluso mejor) y los callos los podemos cambiar por una lata de carne guisada, restos de un guiso del día anterior, o lo que tengamos a mano. ¡Imaginación al poder!
En una de mis próximas recetas os mostraré la forma de hacer unos buenos callos caseros, al estilo de mi abuela, de esos que no necesitan ni garbanzos ni nada para estar deliciosos.
Mientras tanto y como siempre...
Buen provecho.