Soñé con la espalda de mi padre.
Estaba a la altura de mis ojos como una pantalla.
De acariciar la acariciaba, daba el masaje y decía“Hablemos de la lucha de clases”.El paisaje era piramidal: casas que se acomodaban unas sobre otras,quizá nemotecnias de Pittsburgh, Matagalpa, o ciudades vistas en el documental sobre los Stones, pero más seguramente paisajes humanos de Arguedas: en el fondo (¡en el código!) acariciaba los pulmones de mi padre.Y yo retrasaba lo que podía la separación de aquel cuerpo, antes de ingresar a la Academia.(Aniversario 18 de su muerte, el pasado 1 de diciembre. Yo en el sueño entraba descalzo al Congreso, señal de pena y pobreza.)