COHERENCIA. Publicado en Levante 18 febrero 2010

Publicado el 12 mayo 2010 por Biologiayantropologia
COHERENCIA
Hay algo que es inapelable: el testimonio. El testigo es capaz de confirmar con su vida la verdad que dice poseer. Quizá a estas alturas de la película nos resulte molesto, por no decir fundamentalista. La palabra testigo –y de ahí testimonio- es la equivalente de la palabra griega martys. Originariamente, se definía así a los cristianos que confesaban en público su fe y, por reducción, a los mártires que no capitulaban y preferían testimoniar con su sangre las convicciones de su fe, antes que renegar de ella.
Hoy, en un mundo fragmentado y relativista, con tanta información y opinión, es necesario, más que nunca, que quien sostenga alguna verdad, juegue de verdad la partida, sin trampas. Decía Chesterton que la vida es una opción y la eternidad la apuesta. De nada valen las palabras que se lleva el viento, las actitudes ambivalentes que ora significan una cosa, ora otra.
Quien no está dispuesto a realizar esa apuesta arriesgando su vida, no es digno de crédito. No tiene, en realidad, nada que decir. No es coherente. Su “verdad” puede guardársela. Nadie, salvo él, la necesita; y ni siquiera el propio interesado. Como parodiaba Groucho Marx: estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros.
Sin embargo, es fácil distinguir al fanático que está dispuesto a inmolarse sacrílegamente, del “mártir” que testimonia lo que considera importante con su propia vida. Para el primero, su ideología anula por completo su racionalidad y, en un arrebato de locura, prefiere aniquilarse con tal de destruir al otro. Por el contrario, el que es verdadero mártir, entrega su vida para salvar la de otros: es la sublime ley de la cáritas cristiana. Y no me refiero sólo al bombazo suicida ni al martirio sangriento, sino a lo que suele estar a nuestro alcance cotidiano: la entrega de la propia vida en un servicio callado y abnegado. No es que no le cueste, ni mucho menos que no valore su vida: prefiere perderla –sabe que eso no es lo absoluto- si tal cosa es necesaria para defender el bien del hombre real y concreto: la verdad. Hay quien emplea, en cambio, sus afanes en amargar a los demás, lo que resulta lastimoso y patético.
El siglo XX nos ha dejado una maravillosa estela de personas corrientes que se vieron en la encrucijada de tener que elegir. Si de algo está necesitada la humanidad es de personas congruentes. La coherencia es un valor en alza. Máxime cuando nos encontramos en situaciones difíciles, donde ser coherente lleva todas las de perder: decir la verdad, ser honestos, no jugar con ventajas corruptas, despreciar las adúlteras ganancias fáciles. Es cierto que se trata de un grado de valentía heroica; pero sin esa actitud de fondo, no seremos capaces de defender los valores que han hecho de Occidente el baluarte contra la barbarie y la sinrazón. Y no está reñido con la tolerancia y la libertad personal. Todo lo contrario: la cáritas es la suprema comprensión del hombre y del mundo.
Pedro López
Grupo de Estudios de Actualidad