Recuerdo una de las direcciones más complicada que he realizado en mi vida, fue "Castillos en el aire" habían algunos actores con unas condiciones artísticas muy particulares ya que, muchos de ellos no tenían la experiencia suficiente para encarar un personaje, en el momento en que les sugería una idea de por donde tenían que llevar su interpretación, yo les veía forzados e incomodos y por lo tanto no fluían en la escena, hasta que se me ocurrió que lo mejor, era sacar de ellos su mejor "Yo", por ejemplo, tenía a un actor que su manera de expresarse en la vida real era monocorde y sin matices, y a dicho actor le comenté que con su personaje fuese igual, es decir que fuera totalmente lineal en la elocución de sus textos y los a compañeros de sus escenas les marqué que cada vez que hablase dicho personaje hicieran el ademán o mejor dicho un pequeño movimiento que denotara que les dolía la cabeza, a partir de esto y cada vez que este actor hablaba provocaba la carcajada del público. He de decir también que la obra era un ripio cómico, esto me demostró que una cosa son las ideas preconcebidas del director y otras son las dificultades que se encuentra en dicho proceso de montaje, ya que lo importante, lo verdaderamente importante es la unión de los distintos eslabones que configuran un espectáculo, el director es aquel que aúna criterios y le da al espectáculo una coherencia dramática y una línea concreta y definida del la estética y técnicas a llevar acabo.
...y por lo tanto, señores directores, y yo mismo, ! no nos subamos a la parra ¡.