Esto nos va a servir tanto si es una puerta nueva como si tenemos que sustituir las bisagras de una vieja.
Antes de empezar debemos asegurarnos de que la puerta tiene una holgura de seis milímetros en la parte inferior y de tres en los restantes; si tiene estos ajustes respecto a su marco podemos colocar las bisagras que soportarán la puerta.
Colocamos la puerta calzándola con cuñas hasta que ocupe su posición correcta. Medimos la altura de la puerta y la dividimos entre siete para obtener la distancia que guardarán las bisagras respecto a los extremos superior e inferior de la puerta. Primero se colocan las bisagras en la puerta y luego en la parte vertical del marco (en la jamba).
Marcamos el perfil de la bisagra y lo cortamos con el escoplo o formón, utilizando la herramienta en sentido vertical. Hacemos varios cortes superficiales para vaciar, mejor que uno y grande. Al final, el rebaje que hemos hecho ha de tener la profundidad del grueso de la pala.
Eliminamos el sobrante mediante cortes horizontales a lo largo de la línea de profundidad y taladramos los agujeros para los tornillos con los que fijaremos las bisagras. Los apretamos fuertemente.