Comerse el mundo

Publicado el 08 septiembre 2014 por Mamenod
“¿Qué hay para comer?”, preguntó la niña, tirándole del vestido. Apenas acababa de empezar la mañana y Asunción todavía no había tenido tiempo de pensar. La nevera no estaba para mucho improvisar. Al mes le quedaban unos días para empezar un nuevo ciclo, y el recurso de los favores ajenos se acabó, mucho tiempo atrás, cuando se hizo imposible reponer lo pedido.Asunción miró a la niña con ojos de madre y se asombró de lo alta que estaba, de cómo le quedaba de corto aquel vestido que apenas tenía un verano, y del brillo trigueño del pelo que ya le caía por la espalda. Le cogió la cara con la suavidad con la que se acaricia una joya, le levantó la barbilla y sonrió contemplando el hueco que la última caída de dientes había grabado en su sonrisa pequeña.“El mundo, corazón”, dijo con toda la determinación que le permitió la voz ahogada,” hoy vamos a comernos el mundo”.