Un artículo de Marta U
Empecé a opositar hace unos años y justo acabo de aprobar. Cuando apruebas ves el pasado un poco nebuloso y lo recuerdas como una mala época, pero no te acuerdas bien (y eso que he terminado hace un par de meses).
La cárcel
La sensación del “periodo de reclusión” es de eso, un tiempo de impotencia, de ver al resto de tus amistades hacer deporte, viajar, salir, entrar, tener dinero, entre otras cosas. No tienes tiempo, no tienes dinero y, casi, no tienes ganas ni energía (ni física ni mental) para vivir. Solo piensas en “cuando apruebe o termine…”.
Además está la presión laboral de que estás sacrificando experiencia laboral por una probabilidad de aprobar; y la presión social porque muchas personas a tu alrededor no te entienden y tienes conflictos con tu pareja e incluso algún amigo.
buscas excusas para dejarlo todo
En mi caso, tardé unos años, así que además observas cómo la gente ya te ve como si fueses una cara dura o una irresponsable o, lo que es peor, una retrasada mental (no sé hasta qué punto te ven así o eres tú la que modifica la realidad porque te da vergüenza). Cuando pasa más tiempo te sientes en un punto en que te cuestionas si merece la pena o si eres capaz realmente, porque puede que seas más tonta de lo que pensabas, puede que ése no sea tu destino… Tu cabeza da vueltas y hasta te buscas excusas para dejarlo todo. Luego ves el abismo… lo dejo ¿y ahora qué? ¿quién te reconoce el esfuerzo realizado? ¿las empresas privadas quieren a “una fracasada”?.
La verdad es que conozco a bastante gente que lo ha dejado, es curioso ver cómo hasta “grandes rivales” abandonan. Por no decir de otros “grandes rivales” que caen en los exámenes, eso no es curioso, es sorprendente. En serio, estas cosas pasan, es decir, nadie lleva tatuado “aprobado” en la frente.
Prueba de madurez
Nuestros límites son mucho más altos de lo que creemos
Lo que creo que es lo más importante es saber que ésto es una montaña rusa, unos días eres la mejor y otros solo encuentras sentido a dejarlo todo. Así que sabiéndolo, hay que darse respiros e incluso unas vacaciones, si aún con todo tu salud mental exige dejarlo todo, pues se deja y punto. Está la madurez individual de ver los límites propios que, viendo lo visto, son muchísimo más flexibles y altos de lo que creemos.
También creo que es importante relativizar el sentimiento de culpa por salir, hacer cosas, perder el tiempo, no organizarme bien, hacer demasiado perfectas las cosas, no avanzar más rápido, no entender tan rápido como otros. Aquí también es una prueba de madurez, verte como eres, con tus puntos fuertes y flojos, comprender que es tu ritmo de estudio, memorización, comprensión…
Sólo vale pensar en positivo
Si no puedes pide ayuda a quien ve tu aprobado
Vamos que las presiones externas anteriores están ahí, pero la presión personal es éso, personal. El equilibrio es exigirte, sabiendo que cada vez das más de sí; pero sin machacarte si no consigues todos tus propósitos. También es fundamental sólo hacer caso a las personas que creen en tí y al resto relativizarlas. Y también animarte a tí misma, aquí cada cual tiene sus trucos: verse reflejada en un deportista (la selección española de fútbol, Nadal, Alonso…); ponerse frases de ánimo en la pizarra; visualizar el objetivo (la celebración de aprobado, la vida que tendrás,…). Solamente vale pensar en positivo; si no puedes tú, ese día o momento, pide apoyo a aquellos que “ven tu aprobado”. Si con todo ésto abandonas o no apruebas, no te sientas mal, has hecho un esfuerzo que muy poca gente es capaz, eres genial o por lo menos, excepcional. Con el tiempo todo se ve distinto.
Sí se puede
Creo que he sido caótica, pero todo ésto es lo que he sentido y además he podido compartir con algunas otras personas cuando opositábamos. Espero ser de ayuda porque estas cosas se agardecen mucho, no estás sol@ Y además eres normal (es que se llegan a pensar cosas muy raras, ¿verdad?).
Ah, y… ¡¡¡SE PUEDE!!!, increíble ¿verdad?.
Gracias Miguel y sigue dando ánimos a las desesperadas personas que un día decidieron opositar
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