Nota: al final de este post se puede ver el vídeo.
Hace veinte años mi abuelo plantó un almendro. Hoy es un árbol robusto lleno de vida. Cuando llega el otoño nos ofrece generosamente sus frutos.
De repente un día, sin más, vimos aparecer una ardilla. Correteaba por el jardín y se subía al almendro. Nos hizo tanta gracia que durante un tiempo nos acercábamos al árbol para hacerle fotos. Incluso le poníamos comida con la ilusión de que al final se convirtiera en algo parecido a una mascota. Ardillas en mi jardín.Hasta que un día vimos varias cáscaras de almendra en el suelo. Entonces caímos en la cuenta de por qué en los últimos años la cantidad de almendras había disminuido.Pusimos globos con helio y molinillos de colores para ahuyentarla, pero la ardilla le había cogido cariño al almendro y a nosotros.Por fin un día descubrimos que existen unas jaulas fabricadas en Inglaterra y distribuidas por Amazon. Están diseñadas para que la ardilla no sufra ningún tipo de molestia y el material no sea cortante. Nosotros hemos tenido suerte, al segundo día y después de seducirla con un puñado de nueces frescas la ardilla ha entrado en la jaula "como Pedro por su casa". Después le hemos colocado una mantita por encima de la jaula para que estuviera tranquila y la hemos trasladado lejos, a unos tres kilómetros de nuestro almendro. Allí le hemos dado la libertad, en un paraje maravilloso lleno de árboles y con un río por medio como dicen las instrucciones.Esperamos que sea muy feliz. Si por alguna razón decide volver, haré un comunicado por las redes. Si se diera el caso no dejaría de ser algo increíble.
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Israel Esteban