Ya sea a nivel de tertulia de café o en un pequeño partido político (sin bancos ni periódicos de tu lado), hay ciertas acciones, aptitudes y actitudes que conseguirán que jamás salgas de la irrelevancia. A lo sumo, conseguirás rodearte de fotocopias humanas que te mantendrán en una burbuja atemporal. Si consigues que estos acólitos te den dinero, ya nada te distinguirá de una secta. Veamos qué características destacan en la irrelevancia política (por tanto, qué es lo que hay que evitar si tu objetivo no es la irrelevancia).
- Ignora lo que te digan los desconocidos. Si no dispones de información previa sobre nuevas personas que no conoces, aunque lo que te sugieran sea interesante, no debes concederles nada de tu tiempo.
- Escucha sólo a quien piensa exactamente como tú. No vaya a ser que alguien te haga cambiar de opinión. El esfuerzo mental de abrirte a nuevas ideas nunca merece la pena. Si estás cómodo donde estás, no te muevas.
- Siempre tienes la razón. Da igual lo que otras personas con más experiencia o más títulos que tú sobre el tema a debatir te digan. Seguro que sus motivos son torpedear tus admirables e invulnerables razonamientos. Cuando estás en posesión de la verdad, todo lo que ataque tu razonamiento, es un ataque personal. Qué sabrán los demás acerca de nada.
- Rodéate de pelotas. Los pelotas cumplen una función fundamental. Que te estén dando la razón continuamente significa que efectivamente posees la razón. Es necesario que te lo recuerden. La paradoja de Abilene es un invento que no se da nunca.
- Adopta posturas extremistas. Si hay alguien más extremo que tú, rápidamente ponte en vanguardia y redobla los esfuerzos para superarle. Esto impedirá que nueva gente participe de tus ideas, pero eso te da igual: tú tienes la razón siempre.
- No te arriesgues. No te arriesgues nunca a ampliar tus fronteras. No tires tu dinero o tu tiempo en leer a autores proscritos por tu ideología. Es más, relee a los autores aceptados para poder soltar de carrerilla sus citas célebres. Una cita siempre es mejor que un razonamiento con tus propias palabras. Y es más intelectual, que eso pinta mucho.
- Importantísimo: señalar con el dedo al enemigo. El principal 'efecto tribu' es compartir enemigos. Recuerda que los mayores enemigos son aquellos que "casi" piensan como tú, pero no del todo. Esos son los peores. Jamás intentes buscar con ellos puntos en común o consensos amplios y razonables.
- Siempre es mejor la calidad a la cantidad. Máxime en política. Qué más da no tener militantes si tu discurso permanece limpio y virginal. Además, cuantos más militantes tengas, más riesgo corres de perder el domino del corral.
- Usa estadísticas para reforzar tus argumentos y dar imagen de leído. Cualquier estadística tiene otras tres que la pueden contradecir si están convenientemente elegidas las variables. Usa tu imaginación.
- Excluye. Aunque no haya motivos de peso, excluir a alguien siempre da una imagen de autoridad y de pureza ideológica. Ver punto siete.