Revista Diario

Como en un espejo (I)

Publicado el 23 agosto 2010 por Carmina
" Nunca leo sin antes estar segura de que me hallo en posición estable. Conservo esta costumbre desde que tenía siete años, cuando, sentada sobre un muro alto leyendo Los niños del agua, tan cautivada me tenía la descripción de la vida submarina que inconscientemente relaje los músculos. En lugar de flotar en el agua que con tanta nitidez me rodeaba en mi imaginación, caí de bruces al suelo y perdí el conocimiento. Todavía se me nota la cicatriz debajo del flequillo. Leer puede ser peligroso" ( El cuento número trece. Diane Setterfield) Siendo también una niña aunque puede que un poco mayor, yo también comprobé lo peligroso que puede ser leer. Me tenían como un bicho raro, porque me sumergía en libros grosísimos en lugar de jugar con muñecas. Veraneaba en un pequeño pueblo de montaña y mi residencia se encontraba en una urbanización un tanto alejada del pueblecito, ello limitaba las relaciones que podíamos tener y la única niña/o que leía en aquel lugar y tiempo era yo. Hoy desde la lejanía y la madurez puedo comprender a mis amigos, pero en aquel entonces me escondía para leer. Mi lugar favorito era una piedra en una vertiente de la montaña, se encontraba en precario equilibrio pero nunca pensé que algún día se me pudiera llevar ladera abajo. No recuerdo en este momento que estaba leyendo, ni que me tenía tan sumergida para no darme cuenta de que la piedra comenzaba a moverse y me arrastraba, me vi rodando montaña abajo sin soltar mi libro, y cuando terminó mi aventura estaba completamente arañada por las zarzas que encontré en el camino y con las rodillas y los codos ensangrentados. Aquella experiencia me enseñó que cada uno es como es, y no es necesario esconderse siempre que no se esté haciendo una mala acción. Las heridas eran tantas y tan grandes que me tuvieron todo el mes sin entrar en la piscina, y aproveche ese tiempo para leer a mis anchas sentada en un sofá y por las tardes mientras mis amigas jugaban a muñecas yo cogía un asiento seguro y leía no lejos de donde ellas representaban una vida imaginada.Cuando leí ese fragmento me vi rodando montaña abajo e intentando frenarme con los codos y las rodillas, fue como si de pronto saltara ante mis ojos un fragmento de mi vida. Por suerte yo no perdí el conocimiento, me costo horrores volver a subir la ladera sin ayuda y completamente ensangrentada y asiendo el libro como si me fuera la vida en ello. A pesar de las heridas no me quedaron cicatrices.¿Vosotros también habéis constatado los peligroso que puede ser leer?. ¿Te animas a compartir tu experiencia?PD. Puede que tarde en pasarme, esta entrada estaba programada y si puedo dejare alguna más el jueves pasado comenzaron las fiestas patronales en mi pueblo y no se si tendré tiempo de asomarme a esta ventana.

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