Cada año una panda de “desnortados” se empeñan en andar moviendo las agujas del reloj a su antojo, justificando de este modo un ahorro de energía de las grandes empresas, a base de fastidiar al que no es una gran empresa, incluso puede que esté parado…perdón, a estas alturas puede que incluso tenga que ir a trabajar.
El efecto de estos cambios de hora en el cuerpo es unos cuantos días de aturdimiento generalizado. Como buenos borreguitos nos empeñamos en adaptarnos dócilmente a este cambio que el propio cuerpo repele, haciendo uso de un sentido común que nosotros mismos parecemos haber olvidado. Pero es imposible, dependiendo de cada uno esta adaptación puede llevar unos días, o algunas semanas. Un tiempo de sufrimiento que soportamos para que las empresas tengan mejores beneficios. Tú no, tú la luz que no gastes por la mañana mientras desayunas, la gastarás por la noche cuando llegues a casa. Pero las grandes empresas se ahorrarán un dineral con ese ratito matutino de luz natural.
Lo que nos ocupa ahora es cómo poder adaptarse al cambio de una forma menos cansina y dolorosa que la que hacemos habitualmente. Tenemos un problema, hemos hecho descarrillar una hora el cuerpo de su horario y hasta que vuelva a encajar lo pasaremos mal.
La solución es resetear al cuerpo. Volver locos los horarios de nuestro soporte vital. Confundirlo, agotarlo, acabar con su resistencia.
¿Y cómo hacerlo? Sencillo, muy sencillo; pero tienes que estar dispuesto a no ser un borreguito dócil, a darle una oportunidad al lobo que tienes escondido en algún lugar y aplicar una fuerte terapia de choque.
Terapia de choque que tienes que comenzar un día antes del fatídico cambio horario. Quítate el reloj, elimina la hora de tú móvil y si no puedes ignórala, incluso mucho mejor, pasa del móvil que seguro que hay algún aguafiestas que tratará de recordarte que tú antes eras una persona responsable. No mires la televisión, desengánchate de todo tipo de rutina, de todo tipo de horario, de cualquier noticia, del mundo repetitivo y anodino de todos los días.
¿Y qué hacer mientras tanto? Pues muy fácil: pásalo bien. Vete de fiesta. Bebe, come, baila, canta, transgrédete, folla, olvídate de todo horario y haz todo lo que te apetezca cuando puedas, o cuando te lo pida el cuerpo. Ajeno a todo. Regálate un carpe diem hedonista que hacía tiempo que habías olvidado.
Llegará un momento que tu reloj biológico tirará la toalla, y probablemente también tirará alguna que otra copa, incluso tirará a alguien mucho más fuerte y menos comprensivo que tú. No te preocupes si te parten la cara, en urgencias te atienden a cualquier hora, y no te la recuerdan. En urgencias siempre es de noche, al menos a mi me lo parece con esas luces molestas y sin ventanas.
Tu cuerpo olvidará la hora que es, incluso olvidará el día que es. Puede que ni tan siquiera hayas ido a trabajar, pero qué más da…los irresponsables fueron los empresarios al intentar fastidiarte a ti, así que es justo que tú les fastidies a ellos. Además, en el fondo esto lo vas a hacer para mejorar tu productividad y estar preparado para rendir en tu trabajo mucho antes.
En ese momento en el que tu cuerpo esté rendido, exhausto física y mentalmente, dispuesto a pagar el precio de una monumental resaca y tras ello, aceptará sumiso y obediente el horario que le impongas, y te habrás evitado esa horrorosa semana de deambular como un zombie pensando qué hora es o lo mal que te sientes porque te han desestabilizado de tu adormecedora rutina.
Puedes pensar que es una locura, pero a mi me ha funcionado. Y estoy deseando que llegue el nuevo cambio horario…
Eso sí puede tener algún efecto secundario extraño. Ahora no sé si Halloween lo he soñado o pasó de verdad…y si pasó de verdad, casi prefiero haberlo soñado.