Foto: José M Sieres
Si en mis días no aparecieraste extrañaría desde la mañana;
aún así no te vas, ya no lo deseas.
Y es tu deseo egoísta el que con su calor
deja frío mi cuerpo, lo enmudece a ratos
y lo corta…Y aunque a veces espero la noche
por disiparte en lo oscuro,
sigues apareciendo como mi sombra;
desnuda y helada que se adentra
en mis sentidos dejándome sin aliento,
sin respiración en tus inviernos invernados;
¿Qué calor es tu deseo que me enfría?
que suspiro por no tenerlo a mi lado
y a su vez suplico conservar.
Quédate entonces…
Me verás caer ante tus momentos;
ser frágil, vencible… adicto al tiempo
quellama a mi puerta y al que abriré
junto a ti.