La elaboración de mayonesas caseras
tiene sus riesgos, sobre todo en verano, debido a las posibles intoxicaciones que puede provocar el huevo crudo, como la salmonelosis.
Las industrias, para comercializar las mayonesas,
utilizan huevos y yemas pasteurizadas, el uso del huevo crudo en la industria alimentaria está prohibido desde 1991.
La adición de ácidos tales como el vinagre o el limón, la conservación en frío y la frescura de los huevos a utilizar, son recomendaciones de la
Asociación Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, AESAN, para retrasar la proliferación de los gérmenes que contiene el huevo.
Para
hacer una mayonesa casera con huevo lo primero que tenemos que hacer es
sacar con un par de horas de antelación el huevo de la nevera, para que este a temperatura ambiente, y lavar y secar la cáscara en el momento que lo vayamos a utilizar, evitando que caiga ningún resto de esta al cascarlo.
Lo pondremos en un recipiente con un chorrito de
limón (o vinagre) y un poco de
sal,
y comenzaremos
a batir con una batidora de brazo a baja velocidad,
añadiendo poco a poco,
el aceite en un chorro fino. No moveremos el brazo de la batidora hasta que la mezcla empiece a espesar, y en ese momento iremos levantando lentamente el brazo y aumentado la velocidad, moviendo hasta conseguir la consistencia deseada. Para un huevo utilizaremos 250 ml de aceite aproximadamente, puede ser de oliva o de girasol, pero con este último conseguiremos una salsa más suave.
¿Cómo hacer mayonesa casera sin huevo?
La
alternativa para no utilizar huevo es preparar una
lactonesa, se trata de una
salsa emulsionada solo con leche y aceite, para ello utilizaremos 90 ml de leche (puede ser semidesnatada), 180 ml de aceite de girasol y 20 ml de aceite de oliva virgen, lo de añadir un poco de aceite de oliva es opcional, lo proponemos para que le aporte un poco más de sabor y color. Para elaborar la lactonesa, colocaremos en el vaso de la batidora, la leche, una pizca de sal y añadiremos un hilo de aceite a la vez que lo batimos, podemos añadir un chorrito de zumo de limón.
El resultado es una salsa que no se corta, cremosa y con sabor suave, pero con algo menos de consistencia que la elaborada con huevo.
Recuerde conservar estas salsas caseras en el frigorífico hasta el momento de su uso y hacer pequeñas cantidades acordes con el consumo para que no sobre.