Estoy convencida de que los niños pueden regular su alimentación: tú les pones a su alcance alimentos nutritivos, ellos comen lo que necesiten. Como a Carlos González, me causa gracia que las mamás digan "no comió nada", cuando el niño ha masticado y ha tragado tres bocados de lo que estaban dándole: tres bocados no son "nada". El punto clave es que el niño en cuestión tenga energía y se desarrolle como es esperado; si es así, los tres bocados eran suficientes.
Yo, despreocupada con la comida como solo otras dos madres que conozco, llevo desde que iniciamos con la alimentación complementaria, dejando que B tome decisiones sobre qué y cuánto comer. Obviamente, las decisiones sobre "qué comer" caen dentro del menú muy pensado que le ofrezco. Hasta ahora, todo iba bien, pero antier, la báscula y la cinta métrica opinaron que sería conveniente hacer cambios. Básicamente: que tiene que comer más. La doctora recetó un complemento que abre el apetito, un multivitamínico famoso, y dio un par de indicaciones: insistir para que no se quede sin comer nada en una comida, quitarle el biberón de medianoche (para favorecer el hambre en el almuerzo), no dejar de darle la fórmula que ya conocemos, y ofrecerle colación entre comidas.
También hacemos lo siguiente, y está funcionando. Apenas van dos días, pero el cambio es notorio:
- Hablamos del tema delante de ella, y con ella.- No sé cómo funciona. No sé si es el alma, el inconsciente, el vínculo; pero aunque no me haga caso cuando le digo que no entre a la cocina, cuando hablamos de ella frente a ella, o cuando hablamos con ella de cosas importantes, percibe o absorbe -no sé- el mensaje, y actúa en consecuencia. .
- Redistribuimos la variedad de alimentos.- El problema está en la mañana. Muchos días no quiere almorzar, pero come y cena bien -a veces "muy bien"-. Así que el almuerzo tendrá eso a lo que nunca se niega. Será la hora del pan, de las tortilla y de la fruta favorita; será el momento para el "azúcar" del día.
- La acompañamos.- Come mejor cuando me siento a comer con ella, y de hecho come mucho mejor cuando le toca que estamos a la mesa "papá-mamá-hija". A menos que sea algo que le guste mucho, si la dejo comiendo "sola", mientras yo hago otra cosa, aunque esté a medio metro de ella, se distrae y come menos.
- Le damos comida de señora.- Resulta que mi hija gusta de los platillos típicos que cocinan las señoras: ella quiere consomé de pollo con verduras, arroz y frijoles, y yo la mayor parte de los días no cocino: solo "preparo" comida. Es raro que "guise", casi nunca tenemos una comida con tres tiempos. ¡Pero habrá que hacerlo!
- Nos ordenamos (1).- Nunca vamos a ser una familia de estructuras rígidas; pero la verdad es que a B le benefician las rutinas: rutinas flexibles, que le permiten a su cuerpo "esperar algo" y "estar listo para eso". Por ejemplo, varios días se quedó dormida y se perdió la cena; no pasa nada porque ocurra una vez o dos, pero los incidentes son varios. Y de alguna forma, todo está conectado: si duerme bien, si ha hecho ejercicio, si está de buen humor: come mejor.
- Nos ordenamos (2).- Hemos jugado mucho a la hora de comer -y con la comida-, tanto, que se desvirtuó el momento. Necesitamos que se concentre en que va a comer, que eso sea agradable en sí mismo, y que el juego sea antes y después. [Aquí recuerdo a Susana, diciendo por qué no le gusta que los niños jueguen con la comida.]
Silvia Parque