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Cómo llevar el diagnóstico de un hijo con TGD

Publicado el 04 febrero 2013 por Meriluct

Muchos me preguntan que cómo es que llevo tan bien el diagnóstico de mi hija. La verdad, es que no sé si lo llevo bien o mal, simplemente lo llevo...No es algo en lo que me haya parado a pensar...Hasta ahora.
He visto a gente muy cercana lidiar con la enfermedad, luchar día a día, y caer y levantarse una y mil veces, hasta el final...Seguramente este ha sido para mí el mayor ejemplo de superación, amor y lucha diaria y cada vez que flaqueo me acuerdo de ellos y su fuerza me ayuda a seguir hacia delante.
Cuando empecé a sospechar que el comportamiento de mi hija no era el adecuado para su edad, sólo me preocupé y me ocupé en descubrir que podía ser para ayudarle, así que volqué todas mis energías en eso. Meses antes de que un profesional cualificado nos diera una aproximación diagnostica de lo que estaba pasando, yo ya lo sabía y ya había tomado la decisión de no perder el tiempo lamentándome, sino dedicarlo a ayudarle, estimularle y a descubrir más sobre este trastorno.
Cómo llevar el diagnóstico de un hijo con TGD
Empiezas a ver que algo no va bien, ves las posibilidades y siempre desechas la peor: Autismo no, seguro...Tiene un retraso en el desarrollo, debe ser madurativo. Al tiempo piensas: no hace caso a nada, tiene un punto de falta de atención...Seguro qué es un déficit de atención. Y al final, lo acabas asumiendo: parece...Es como si tuviera...Tiene autismo.
Es duro, no voy a decir lo contrario, hay días de sombras y días de luces. Pero el truco está en buscar siempre lo positivo, lo negativo ya sabemos que existe, así que nos centramos en los pequeños avances. Esto me lo enseñó su tutora de la guardería, cuando le pedimos un  informe al principio de curso sobre la adaptación de la niña a la escuela...Todo lo que puso era bueno...Está claro que, aunque las dificultades son cuantiosas y los obstáculos son grandes, siempre encuentras a gente -buena- dispuesta a ayudarte.
Cómo llevar el diagnóstico de un hijo con TGD
En todo este proceso, vas de la etapa en que te parece increíble que esté pasando esto, a la de negar la realidad. Te superan las circunstancias y te preguntas qué has hecho tú para merecer esto ( y más aún ¿qué ha hecho la pobre criatura?) Piensas sí será culpa de tus genes o sí tendrías que haberla estimulado más o de otra manera. Y sí miras al futuro, todo es incertidumbre...Pero lo acabas aceptando y luchas...Luchas por lo que más quieres que es tu hija, y que es tu familia. 
Dedicas todas tus energías, tus pensamientos y tus acciones a enseñar a tu hija a comunicarse, a jugar, a comer, a dormir, a relacionarse con los demás. Buscas los mejores profesionales para que la traten, la mejor guardería donde llevarla...Y así, es como no te queda tiempo para llevar bien o mal esta situación.
Y sí a esto le sumamos las sonrisas de chiquitica, los abrazos que nos da, lo cariñosa que es ( si, a pesar de lo que tiene) y lo feliz que se le ve, pues sólo piensas en seguir así, día a día, dedicándote a ella.

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