Revista Literatura

¿cómo preparar el final de la historia?

Publicado el 20 marzo 2022 por David Rubio Sánchez
¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?
Un inicio impactante, un desarrollo que atrape y un final que asombre. Creo que casi todos estaremos de acuerdo que esos son los ingredientes que le pedimos a cualquier lectura. Para quienes esto no les termine de convencer les propongo plantear la receta con sus contrarios: un inicio anodino, un desarrollo aburrido y un final predecible. ¿A que ahora sí estamos todos de acuerdo?    Encontrar el contenido que cumpla con esas tres variables es poco menos que la piedra filosofal para un escritor, o aprendiz de escritor. Y eso no lo vamos a encontrar en ningún libro o artículo de narrativa. Esto no quiere decir que no piense que no sean útiles. Lo son, al menos para afinarnos el instinto y saber reconocer cuándo hemos dado con una buena idea que, a su vez, nos pueda dar una buena historia.    Os propongo que dediquemos unos minutos para hablar de uno de esos tres ingredientes: el final. Lo que comento en él son meras, y muy personales, reflexiones que solo pretenden un debate abierto acerca de cómo terminar una historia.

¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?

V - No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas. (Horacio Quiroga, Decálogo del perfecto cuentista)

Siempre he pensado que la decisión del final es, narrativamente, una cuestión más profunda que un simple “a ver si me sale un final guapo”. No obstante, para que ese final funcione, antes tendremos que tomar varias decisiones acerca del narrador, del tono, de la voz del relato o el tiempo narrativo para que ese final sea consecuente con el desarrollo del relato.
    Por ejemplo, fijaos en esta historia:
"Los padres del niño estaban preocupados porque se acercaba el cumpleaños de su hijo  y este les había pedido una gran fiesta de cumpleaños. El problema era que ambos se habían quedado en paro. No tenían dinero para ese gasto, pero tampoco querían que su hijo constatara la nueva situación económica. Así que deciden ahorrar de aquí y de allá, renuncian a gastos básicos, pero aun y así no consiguen el dinero suficiente para pagar el cumpleaños. Buscan opciones más baratas y encuentran un payaso que por apenas veinte euros ofrece sus servicios de animador. Respiran aliviados y, al fin,  consiguen organizar un cumpleaños digno. En la fiesta, los niños lo pasan estupendamente hasta que el payaso saca una sierra eléctrica y no deja títere con cabeza."
  ¿Qué falla en ese final? Es un final totalmente desconectado del resto de la historia. Si en el desarrollo de la misma aparecen temas como el deseo y esfuerzo de los padres para contentar a su hijo, o el mantener la apariencia de una situación económica perdida, el final debe responder a eso. Bien para reforzar que con amor y esfuerzo todo se soluciona, o la importancia de la sinceridad para que el pequeño entienda que no puede disponer de esa fiesta. Pero, ¿un payaso asesino? Es lo que los expertos llaman un folie adieu. No responde al problema planteado, ni el tono utilizado para contar la historia encaja con ese final.
  Si nos decidimos por ese payaso asesino, seguramente el relato debería haberse planteado de manera distinta. Se me ocurre algo así como que el padre fuera un rico tacaño al que su familia le importa menos que su dinero y no duda en contratar a un tipo de dudosa procedencia, pero pocas pretensiones económicas. Aquí, ese final, podría encajar mejor como el castigo por su racanería.
    ¿Otro ejemplo?
"Quiero a esa mujer y voy a hacer todo lo posible para que sea mi esposa". Así empieza, en primera persona, una historia de 300 páginas en la que asistimos a sus esfuerzos por conquistar a esa mujer, la demostración sincera de su amor, los obstáculos que debe vencer hasta que al fin ella se enamora de él y fijan la boda. Entonces, delante del cura, leemos la última frase del libro: "Tal vez me he precipitado, después de todo soy extraterrestre y vete a saber qué clase de monstruo podríamos concebir. Mejor la dejo."
    Si es uno de esos finales sorpresa, que a mí me encantan, debemos ser honestos con el lector. No vale hacer trampas. Si la sorpresa se trata de que al final descubramos una cualidad oculta del protagonista, no puede estar narrado en primera persona y que el prota nos oculte, durante 300 páginas y hasta en sus pensamientos, que es extraterrestre. Por otro lado, aunque la mezcla de géneros es algo muy interesante no puede ser que rompamos el pacto con el lector de que la novela promete una historia y luego resulta otra. Si es un romance, no podemos sacarnos de la chistera un final propio de ciencia ficción o terror.
    Estos dos ejemplos son exagerados, pero ojalá hayan servido para ilustrar lo que os comenté acerca de que el final, sea natural o sorpresivo, debe conectar con el resto de la historia.

¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?

El final glorioso de El planeta de los simios


¿Comenzamos a escribir por el final?

Aconsejaba Poe en su mítica Filosofía de la composición, que antes de comenzar a escribir deberíamos tener muy claro qué efecto final pretendemos lograr en el lector. 
"Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel. Sólo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a un plan su indispensable apariencia de lógica y de causalidad, procurando que todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intención establecida." (Poe, Filosofía de la composición)
    En mi caso, creo que este es el único consejo que suelo seguir a pies juntillas. Nunca comienzo una historia que no sepa cómo va a terminar, aunque eso conlleve una baja producción literaria y vaya en contra del llamado hábito de escritura. Seguro que a muchos les puede ir bien el ponerse a escribir 500 palabras al día sobre lo que sea, pero en mi caso nunca sale nada si no sé el destino final del personaje.

    Y esa es otra ventaja de escribir, sabiendo de antemano el final: jamás sufriremos el bloqueo del escritor. Es como cuando nos montamos en el coche. Conociendo la dirección, con GPS o sin él siempre llegaremos al destino correcto. Pero si al entrar en la carretera nos damos cuenta de que no sabemos a dónde nos dirigimos daremos vueltas y vueltas. Al principio puede que hasta sea divertido, como lanzarnos a una aventura improvisada, pero al poco tiempo nos aburriremos de dar vueltas sin ton ni son. O peor, al final detendremos el coche en el lugar equivocado, como podría ser terminar con que todo lo contado fuera un sueño o una pesadilla, un glorioso deus ex machina en el que la solución al conflicto apareciera sacada de una chisteraun folie adieu, u otro de los malos finales que recogen Howard Mittelmark y Sandra Newman en su fantástico Cómo no escribir una novela.
    Es verdad que las ganas de ponernos a escribir o de cumplir con el hábito de escritura nos pueden tentar a comenzar una historia sin tener claro hacia dónde, creemos que se nos ocurrirá algo sobre la marcha. Es una opción y, de hecho, autores como Stephen King consideran que los relatos tienen algo así como una existencia propia y que la labor del escritor se reduce simplemente a descubrirla, a escuchar a los personajes para que ellos mismos definan su destino. En La cocina Literaria, un libro en el que sesenta y tres novelistas cuentan cómo escriben sus obras, el escritor J. A. González Sainz afirma lo siguiente:

“¡Ah, sí, el final, los finales! El final lo dictan ellas, las palabras, ella, la práctica de la atención. Y hay que ir a ellas a preguntárselo en cada caso concreto desde tu precariedad, a sonsacárselo, a implorárselo a veces porque ya no podemos más. Porque es cada narración la que encierra su propio final y no otro.”
    Pese a todo, pienso que para los que empezamos a escribir esto no es bueno. Podemos ser escritores de brújula (dejándonos llevar por la historia) o de mapa (planificando previamente cada escena), pero creo que conocer el final de antemano es algo que nos ayudará, nos permitirá jugar con los tiempos, con el suspense y nos evitará esta situación que muestro a continuación y por la que seguro todos hemos pasado en algún momento:
    ¡Voy a escribir mis 500 palabras de hoy! A ver, a ver... ya está. Jo, que inicio tan chulo, Pepe y Pepi se han enamorado a primera vista, pero ambos tienen pareja. Mañana sigo. ¿Dónde lo dejé? ¡Ah, sí! Humm... ¡ya sé! Voy a contar la vida de cada uno, Pepe se crio en un correccional y Pepi en un convento. ¡Esto marcha!
Pasan los días. La historia de amor inicial ha derivado en un drama sobre la niñez perdida. Cuando ya hemos repasado toda su vida, volvemos sobre la relación amorosa. Pero ya no nos parece tan chula, ¿incluyo un poquito de humor? ¿Alguna escena de sexo? Empezamos a no ver claro hacia dónde vamos, ¿qué pretendíamos al principio? La historia comienza a aburrirnos. Entonces nos asalta una idea nueva sobre unos conejos psicópatas salidos de un experimento de los nazis. ¡Jo! ¡Esto si que es la leche! ¡Voy a escribir sobre esto! Y esa historia de amor se quedará olvidada ad aeternum en una carpeta de Windows.

    Lo malo de esto es que nos acostumbremos a dejar relatos inacabados. Algo que no sucederá si sabemos el efecto final de nuestra historia.

    Antes de continuar, y por si no os he convencido, os recomiendo que veáis este vídeo, son seis minutos, del profesor Enrique Páez, del que seguro conocéis por su extraordinario MANUAL DE TÉCNICAS NARRATIVAS.

Fantástica lección en seis minutos, ¿verdad? Vale, pero y si no se nos ocurre ningún final ¿qué hacemos? Bueno, a veces se pueden forzar las cosas. Suelo llevar una libreta con los finales de los relatos o novelas que leo. Casi una labor propia de un taxidermista, lo reconozco. Pero resulta bastante útil como colección de efectos y me sirve de fuente de inspiración forzada, al menos para partir de algo.
    Pues bien, de esa costumbre, nació esta particular clasificación, por supuesto nada académica, y que os invito a completar con vuestra propia experiencia lectora.

CLASIFICACIÓN DE FINALES


No descubro Roma si digo que existen tantos finales como novelas, relatos, series o películas, pero quizá podríamos elaborar una lista genérica con las distintas posibilidades de cierre de una historia. La que os propongo la he confeccionado a través de lo que he leído, así que, insisto, no la consideréis como algo académico, sino como una invitación a que cada uno de vosotros se cree una lista parecida.

POR RESULTADO EMOCIONAL

En esta clasificación, los distintos finales dependen de la emoción que nos deja al cerrar el libro. Según el resultado tenemos:
    • EMOCIÓN POSITIVA:
      • FINAL FELIZ, los problemas se han resuelto y los protagonistas han conseguido sus objetivos y cumplido sus deseos.
      • FINAL ESPERANZADOR, la resolución no es completa pero el autor deja suficientes indicios para pensar que el futuro será propicio para los protagonistas.
    • EMOCIÓN NEGATIVA:
      • TRISTE, el protagonista no ha conseguido superar sus problemas. Ha sido derrotado.
      • TRÁGICO, no solo no ha resuelto el conflicto, sino que además termina peor que al empezar la historia.
    • EMOCIÓN AGRIDULCE:
      • El protagonista consigue objetivos, pero a costa de un gran precio personal.
      • El protagonista no consigue sus objetivos, pero su esfuerzo ha mejorado la situación de quienes le rodean.

POR EL GRADO DE RESOLUCIÓN

En esta clasificación distinguimos el final únicamente por el grado de resolución de la trama. Así nos encontramos con el:
    • FINAL CERRADO, aquel que resuelve todas las tramas, preguntas y conflictos. Según el grado de cierre:
      • DEFINITIVO: la historia no deja ningún cabo suelto. Todas las tramas se han cerrado y el futuro del protagonista queda totalmente determinado.
      • FLOTANTE: La historia nos deja los suficientes indicios finales como para que el lector deduzca lo que suceder. Incluiría aquí los finales a los que llamo "LA PUERTA ABRIÉNDOSE", que son aquellos que terminan justo antes de la escena final. Esta clase de final se da sobre todo en los de terror para ahorrarnos la escena gore.
    • FINAL ABIERTO, la historia termina dejándonos con más preguntas que respuestas.
      • FALSO FINAL ABIERTO: Es el típico de las sagas. La historia resuelve algunas tramas secundarias, pero la mayor queda inconclusa a la espera de que el lector vaya a por la siguiente novela de la serie.
      • CLIFFHANGER: Es el continuará de toda la vida. La trama no es que se resuelva, es que se queda en todo lo alto, con el protagonista al borde del precipicio. Típico de folletines, novelas por entregas donde este final actúa como gancho para comprar la siguiente entrega.
      • AMBIGUO: La historia termina con el protagonista enfrentado a dos opciones. El lector decidirá cual de ellas va a elegir.

POR SU APARICIÓN EN LA TRAMA

Aunque parezca de Perogrullo pensar que el final va, justamente, al final. Esto no es del todo exacto. La historia del relato siempre es cronológica, pero eso no quiere decir que la trama que usemos siga ese mismo criterio. Perfectamente, podemos presentar el final antes de la última página o frase:
    • LINEAL: Es el final que se coloca al final. El clásico de toda la vida. Aquel que aparece después de haber conocido a los personajes y de haberles acompañado en su aventura, en sus conflictos.
    • INVERSO: El que aparece al principio de la trama. Así, la lectura consiste en descubrir cómo se ha llegado a ese final.
    • CIRCULAR: El final cierra un círculo, regresando al punto de partida una vez se ha desarrollado la historia. Eso sí, solo de manera formal. Los hechos narrados en el relato darán una nueva dimensión al inicio.

POR SU LÓGICA

En esta clasificación nos referimos al nivel de predicción de un final, mide el efecto sorpresa en el lector. 
    • NATURAL O LÓGICO: El final es la consecuencia previsible de lo que se nos ha contado. Ojo, eso no quiere decir que sea predecible. ¡Eso jamás! Me refiero a esas historias que nos plantean preguntas como: ¿Conseguirá escapar de la cárcel? ¿Conseguirán casarse? ¿Quién es el culpable?
    • INESPERADO: Es aquel que ofrece un cierre de la historia que, siendo probable, al lector ni se le había pasado por la cabeza tal posibilidad. Por poner un ejemplo que seguro todos conocemos, el final de la película Seven
    • SORPRESIVO: Aunque lo trataremos más en detalle, podríamos definirlo como aquel en el que cerca del final se produce un giro en el argumento de tal magnitud que cambia la percepción que el lector tenía hasta ese momento sobre la historia y el personaje. El ejemplo ya típico: Al final descubrimos que el protagonista es un fantasma.
Y ahora me pregunto, estas clasificaciones ¿podrían servirnos para algo más que pasar un rato de cháchara sobre Narrativa? Bueno, utilizando estas categorías he confeccionado esta tabla que suelo utilizar cuando tengo una imagen o situación inicial pero no así el final y el correspondiente desarrollo. Lo comparto por si le sirve a alguien más:
¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?
En esta tabla escribo la situación inicial en la primera columna y trazo entonces una línea que cruce sobre uno solo de los apartados de las siguientes. Con el resultado final comienzo a darle vueltas. Pero como lo mejor es ver cómo funciona sobre la marcha, vamos a aprovechar a un adorable niño que está dando por saco en la calle chutando una pelota contra una pared, con el delicioso y rítmico ruido que eso provoca...

 Creando una historia a partir de la tabla de finales

¡No os esperéis nada del otro mundo! La historia que comparto la he escrito sobre la marcha solo para mostraros cómo uso yo esta tabla.
    Escribo en la primera columna la situación inicial. Luego trazo una línea que recorre las distintas columnas pasando únicamente por una de sus filas.
¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?
Vale, ¡ya está! El final de esa historia cumplirá estas características: NEGATIVO, CERRADO, LINEAL y SORPRESIVO. Ahora toca pensar.
   Si el final es negativo, el planteamiento debería mostrar un conflicto emocional potente y, además, el tono del relato tendrá que ser oscuro, tanto en las acciones como en la atmósfera. Un problema gordo de verdad. Así que descarto "dramas" como que los padres no le compren al pequeño la Play 5. El niño puede tener problemas con sus padres, tal vez viva una situación de maltrato; o quizá sufra acoso escolar. Me decido por esto último. La historia del niño que juega con la pelota girará en torno al acoso escolar. Seguimos.
  El final será cerrado, ello implica que la historia tendrá el esquema de acción-reacción. Dado que va de acoso escolar, la historia consistirá en la reacción del niño frente a ese problema, o más en concreto frente a su agresor. Seguimos.
  Si el final es lineal, la historia deberá seguir el clásico inicio, nudo y desenlace. Por tanto, la acción avanzará hacia delante partiendo de la situación inicial en la que el niño que juega a la pelota. Como el tema va de acoso escolar, tenemos dos opciones: que el niño sufra una agresión durante el micro o que la haya sufrido antes del micro, antes de estar jugando con la pelota. Seguimos.
   Por último, será un final sorpresivo. Más adelante os hablaré de lo que entiendo que es un final de estas características, pero de momento vamos a quedarnos con que al final se desvelará una realidad oculta del protagonista o de su situación. Ello me obliga a que el narrador sea en tercera persona para tomar cierta distancia con el personaje y su realidad.
   La historia ya ha tomado forma. ¡Ahora a escribir!
   La pared devuelve la pelota que el pequeño chuta contra ella. Está oscuro, pero no parece que ello le importe demasiado. Viéndolo allí, es como si el mundo lo hubiera dejado de lado. De eso sabía mucho. ¿Cómo si no se explicaba que sus padres nunca le hubieran preguntado por sus magulladuras, por su mirada triste cuando regresaba del colegio?
  Los botes de la pelota resuenan con eco, pero nadie se asoma por las ventanas del edificio para reprocharle su molesto juego. El niño chuta y chuta. Y también sonríe.
  Ese día había sido valiente, como le aconsejaba su profesor cuando le pedía ayuda porque la banda del pelirrojo se metía con él. Es un problema que solo tú puedes resolver, esa era la frase con la que su maestro le despedía.
  Por eso está allí, dando patadas a su pelota.
  Unas luces tintan la oscuridad de un azul estridente. Es un coche de policía que acaba de llegar. Se detiene en doble fila. De él baja un agente que abre la puerta trasera y de ella sale un adulto. Y después un niño.
  Es él. El pelirrojo.
  El niño coge su pelota con las manos. La observa. Está desinflada. Con un corte en el cuero, parecido al que el pelirrojo que se ha bajado del coche le hizo en el cuello cuando le quiso quitar esa pelota y él fue valiente.
  El pelirrojo llora mientras su padre tira de él hasta el portal. El niño, con su pelota desinflada, los sigue.
  La puerta se cierra justo antes de que pueda entrar.
  Pero eso no impide al niño y su pelota desinflada atravesarla.

  Bueno, sed generosos, como os he dicho he querido escribirlo sobre la marcha para mostraros cómo utilizar esa tabla de finales partiendo de cero.

¡LA SORPRESA FINAL!

Me gustaría detenerme un poquito en este tipo de final. ¿Cuántas veces habéis leído un relato en el que al final se produce un giro que pone todo patas arriba? Cuando se hace bien, al lector se le dibuja una enorme O en la boca; cuando no, se le dibuja una mueca rara o exclama un ¡anda ya!    Pero, ¿qué es un final sorpresa?
    En mi opinión, un final sorpresa es aquel en el que se produce un giro de tal envergadura que provoca una reinterpretación del relato. Al terminar la lectura, la percepción que el lector tenía de la historia ha saltado por los aires, hasta el punto de hacerle ver con otros ojos la realidad de lo narrado, y eso es lo que diferencia este final de otros finales como, por ejemplo, el final inesperado. En este no se produce esa reinterpretación de lo leído. Por ejemplo, en un relato romántico lo inesperado es que los protagonistas no terminen juntos; lo sorpresivo sería que uno de ellos resultara ser un fantasma. En un relato de detectives, lo inesperado sería que al final no se descubriera al asesino; lo sorpresivo, que al final se descubriera que el asesino es el propio detective.
    El final sorpresa, para serlo, debe sacar a la luz la realidad oculta de elementos verdaderamente clave del relato que podríamos resumirlos en dos clases:
  • Los que desvelan la realidad oculta del protagonista, ¿recordáis El sexto sentido?
  • Los que desvelan la realidad oculta del entorno del protagonista (ayudantes del protagonista o el propio mundo que le rodea, ¿recordáis El planeta de los simios?) Otro ejemplo sería un relato clásico como es aquel en el que una mujer violada reconoce a su violador en la calle y su marido va tras él para vengarse. Después de matarlo, ella reconoce como su agresor a otra persona, y después a otra...
    La sorpresa siempre es agradable, descubrir que la idea que nos habíamos hecho de la historia resultaba equivocada es como cuando asistes a un espectáculo de magia. Sabes que te han engañado, pero ¡cómo se disfruta! Pero cuidado, como todo en la vida tiene sus pros y sus contras.

¿CÓMO PREPARAR EL FINAL DE LA HISTORIA?

¡Qué anciana tan adorable!

Pros y contras del final sorpresa

Reconozco que siento debilidad por estos finales. Imagino que mis gustos por el género con elementos fantásticos hace que desee terminar una historia con ese impacto final. Ahora bien, el recurso a este tipo de finales no es tampoco una panacea y no está exento de riesgos.

Los pros

  • Es un excelente ejercicio para el aprendiz de escritor. Conseguir finales sorprendentes es una etapa por la que creo hemos pasado, o estamos pasando, todos. Y me parece algo muy bueno. Idear ese final nos obliga a dos cosas:
    • Pensar en nuestra historia antes de comenzar a escribir.
    • No conformarnos con escribir lo fácil. Acostumbrarnos a intentar buscar los tres pies al gato.
  • La sorpresa siempre deja un buen sabor de boca al lector. Y más hoy día en los que el consumidor de ocio busca, sobre todo, sensaciones nuevas, algo que le llame la atención.

Los contras

  • El final sorpresa puede no serlo tanto. Podemos caer en clichés o tópicos, de hecho ¿cuántas menciones a que el protagonista sea un fantasma he realizado en la entrada?
  • El relato debe ser coherente con ese final, debe soportar una segunda lectura bajo la realidad que el final nos ha desvelado. De lo contrario, el final no es sorpresivo, es tramposo. En el ejemplo del final en el que el detective resulta ser el asesino, debemos evitar entrar en su cabeza durante el relato. ¿Os imagináis que de inicio nos muestre sus pensamientos preguntándose acerca de cómo entró el asesino en la casa para descubrir al final que es él mismo el asesino? Para que sea bueno ese final, debemos repasar mil veces nuestro relato para evitar que haya detalles que lo contradigan.
  • Nos pueden etiquetar. Si nuestros lectores se acostumbran a que nuestros finales sean sorpresivos, puede provocar un efecto nocivo. Estarán más pendientes de "descubrir" nuestro juego que de la lectura, lo que anula, evidentemente, el efecto sorpresa.

    Y esto es todo amigos, ¿cómo lo hacéis vosotros? ¿Pensáis primero en el final o lo escribís sobre la marcha? ¿Qué finales os gustan más? ¿Cuáles son los mejores finales que habéis leído o visto en el cine? ¿Y los peores?

¡Saludos tinteros!

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