Así que pasamos de un uso vinculado claramente a la seguridad a otro orientado a la personalización de las experiencias de los clientes.
Esta solución en particular se comercializa bajo el nombre de NeoFace y ha sido desarrollada por la firma japonesa NEC.
Los precios de estos productos aún son muy elevados (he llegado a leer que rondan el millón de euros por planta en un gran almacén) pero estos costes van a bajar cada vez más conforme su uso se generalice.
La intención general de este tipo de tecnologías es intentar replicar en el mundo real las capacidades que encontramos en el comercio electrónico, donde es más fácil customizar las experiencias de los clientes, pero no hemos de olvidarnos que la mayoría de los compradores por ahora prefieren la experiencia de comprar en una tienda real a hacerlo en una virtual, y la ventaja de la primera a la hora de probar productos se me antoja difícil de superar.
Si mezclamos algo como NeoFace con el RFID, las redes sociales y la geolocalización de los usuarios a través de dispositivos móviles tenemos un escenario nuevo para el uso de la información para la toma de decisiones en el sector del retail, además supone entrar claramente en el mundo del Big Data que permite el análisis de dicha información para buscar nuevas pautas de actuación de los clientes o para intentar comprobar si se les pueden inducir nuevos comportamientos.
Por ejemplo, transformar el uso de los probadores:
Las dudas sobre el derecho a la intimidad y el miedo al Gran Hermano quedan ahí.
Os dejo un par de vídeos sobre NeoFace, el primero más comercial y el segundo muy curioso sobre la aplicación de este producto para intentar diferenciar a miles de guerreros de terracota chinos: