Escribeel tímido: «La reunión ha sidoprogramada para las siete.» Es como si le dijera una vocecita: «Dilo así y lagente se creerá que sabes algo.» ¡Abajo con la vocecita traidora! ¡Levanta loshombros, yergue la cabeza y toma las riendas de la reunión! «La reunión es alas siete.» Y punto. ¡Ya está! ¿A que sienta mejor? Tampoco propongo suprimirdel todo la voz pasiva. Supongamos, por ejemplo, que se muere alguien en lacocina, pero que acaba en otra habitación.
Unamanera digna de explicarlo es «El cadáver fue trasladado de la cocina y depositadoen el sofá del salón.», aunque confieso que el «fue trasladado» y el «fuedepositado» siguen poniéndome los pelos de punta. Los acepto, pero no losaplaudo. Preferiría «Freddie y Myra sacaron el cadáver de la cocina y lo depositaronen el sofá del salón». Además, ¿por qué tiene que ser el cadáver el sujeto dela frase? ¡Coño, si está muerto! Bueno, da igual.
Dospáginas seguidas de voz pasiva (las que hay en casi cualquier texto comercial,y en kilos y kilos de narrativa barata) me dan ganas de gritar. Queda fofo,demasiado indirecto, y a menudoenrevesado. «El primer beso siempre será recordado por mi memoria como elinicio de mi idilio con Shayna.» ¿Qué tal? Un bodrio, ¿no? Hay maneras mássencillas de expresar la misma idea, y con más ternura y más fuerza. Porejemplo así: «Mi idilio con Shayna empezó con el primer beso. No lo olvidaré.»No es que me encante, por el doble «con», pero al menos nos hemos desmarcado de la voz pasiva maldita.
¿Y de qué se nutre una persona que desee escribir? —presten atención—:no pregunto: «¿De qué se nutre un escritor?» Porque hablo de una persona quedesea ser escritor, los que ya lo son, sabrán de qué se alimentan. Por otro lado, no me anima mucho el título de “Escritor”. Todavía siento respeto por ellos ycuando me preguntan «¿A qué te dedicas?» Suelo responder: «A la venta demaquinarias de Taiwán». Y es laverdad. Si la conversación se extiendepuedo intercalar: «Me gusta escribir». Hasta ahí.
Según King y aunque no lo crean yo también lo he pensado, se nutre de lapregunta en condicional «¿Y si?»:
Unasituación con fuerza pone en entredichotoda la cuestión del argumento, y me parece bien. Casi todas las situacionesinteresantes pueden exponerse mediante una pregunta en condicional:¿Ysi los vampiros invadieran un pueblecitode Nueva Inglaterra? (El misterio deSalem's Lot)
¿Ysi en un pueblo apartado de Nevadaenloqueciera un policía y empezara a matar a cualquier persona que se cruzaraen su camino?(Desesperación)
¿Ysí una asistenta sospechosa de haberasesinado impunemente a alguien (su marido) fuera acusada de un homicidio queno ha cometido (el de su jefe)? (Dolores Claiborne)
¿Ysi una mujer se quedara encerrada en un coche averiado con su hijo pequeño porculpa de un perro rabioso? (Cujo)
Estas preguntas merecen contestaciones que ya de por sí darían origen auna novela. La última de las preguntasme obligó a escribir la mejor primera página de una novela (según yo), para serconsecuente con la historia que empezaba a surgir.
La famosa crisis editorial que se remonta ya a dos años y algo más esuna excusa más que suficiente para que editoriales y agentes tengan unarespuesta convincente para rechazar manuscritos, sin embargo, siempre correalguna noticia de que fulano o zutano está por publicar su segunda novela, yaparecen las preguntas incontestables: ¿Entonces por qué rechazaron la mía?, ¡soytan bueno o mejor que él(ella)!
Creo que es preferible en estos casos dedicarse a escribir. Seguir haciéndolo cada vez mejor y disfrutarde ello, que no es verdad que uno sea la octava maravilla aunque haya publicadouna o más veces, que publicar es más un accidente circunstancial que otra cosay que ¡Válgame Dios! Para poder publicar es necesario tener un buen materialentre manos; mayor razón si existen tantos «escritores» haciendo que esto seconvierta en una carrera de obstáculos.
Un amigo me dijo recientemente: «El 99% del material que nos envían paraevaluación es impublicable. No comprendocómo hay tanta gente que dice llamarse escritora y creer que de verdad lo es». Esto les dará una idea de la cantidad deverdadero talento que existe: 1%.
Pero lo mejor de todo es tomarse la escritura como un placer, undisfrute reemplazable solo por la lectura. Leer mucho sin fijarse en losdetalles técnicos, solo gozar leyendo, que algo va quedando en elsubconsciente, y un poco de ese algo tal vez algún día nos hará ser escritores.
B. Miosi