Revista Talentos
Como un cuento de hadas.
Publicado el 11 enero 2015 por LlunaJulia conoció a Héctor, un profesor de Literatura uruguayo, durante unas vacaciones en Mallorca, se hospedaban en el mismo hotel, en instante en que se vieron entre ellos surgió algo especial.
El encuentro fue de los más divertido, entraron en el ascensor, a la hora de la cena, quedando atrapados entre dos pisos, al pararse repentinamente, sus rostros se desencajaron, pero Héctor trataba a tranquilizar a Julia ,él hablaba intentando mostrar autocontrol, pero no era posible ocultar el temor ,gesticulaba sin parar, Julia , viéndolo, reía sin parar , pues parecía un molino de viento, al darse cuenta, Héctor miró a Julia y contagiándose por las risas de ella, en unos instantes conversaban tranquilos .
Tras una hora, el ascensor comenzó a funcionar de nuevo, ambos respiraron aliviados. Al abrirse las puertas en el vestíbulo, les esperaba el personal de seguridad, atendiéndoles amablemente,
acompañándolos al comedor, desde aquella noche, fueron inseparables, pero Héctor en cuatro días regresaba a su tierra.
En ese poco tiempo, entre ellos surgió algo muy intenso, que no sabían si llamarlo amor, pues todo fue muy rápido. La última noche antes de la partida de Héctor, se besaron frente al mar, prometiendo encontrarse. De vuelta en el hotel, Héctor acompañó a Julia a su habitación, entró para tomar una copa con ella, no quería dejarla ya, aquella mujer le parecía la más hermosa e interesante que jamás conoció, un tanto melancólico al verla sentada frente a él, mirándolo con tanto cariño, preguntándose cuándo volverían a verse, que les podía deparar la vida, eran miles de kilómetros entre ellos, se dejó llevar por sus sentimientos , tomándola entre sus brazos, acariciándola suavemente, sus bocas se unieron besándose, hicieron el amor con loca pasión, fue el más hermoso hasta pronto, se amaron toda la noche sin pensar en nada más. A media mañana Héctor tomaba el avión, Julia, en el aeropuerto, le es imposible contener las lágrimas al ver el avión levantar el vuelo.
Han pasado tres meses, durante este tiempo, han mantenido contacto a través de Internet, a diario conversando, viéndose por la cámara, aumentando sus deseos de encontrarse. Héctor, en unos días viajará a visitar a Julia, se acercan un fin de semana largo, ha conseguido unos días de permiso en el trabajo, muere por estar con ella, la mujer que le devolvió la ilusión, pero el destino les puso a prueba, repasándolos por miles de kilómetros, aunque el amor, supera distancia y tiempo, pues el solo entiende de corazones no de razones.
Llegó el anhelado encuentro a la hora prevista, Julia, radiante, lo esperaba, al verlo, aun le pareció aún más atractivo, con esa piel bronceada, vestido de vaquero y camisa azul. El corrió hacia ella, ansioso por besarla y abrazarla, guardaba una sorpresa para ella, esta noche después de cenar se lo diría. En el coche de Julia, dirigiéndose al piso de ella, era pequeño pues vivía sola, pero confortable. Julia a preparó una sencilla y deliciosa cena, no dejaron de mirarse a los ojos, sonreírse, cogerse la mano, aquello era amor verdadero, no es necesario conocerse mil años, cuando el amor florece, tomaron el postre, Héctor no podía esperar más a decirle a Julia aquello que podía cambiar sus vidas, pero aguardaría al momento propicio, casi media noche, la pasión era dueña de ellos, el la rodea con sus brazos, ella lo besa locamente, el fuego les consume, se amarán después de tanto tiempo, la sorpresa puede esperar, fue una ardiente y larga, ya de madrugada, el cansancio les venció, complacidos durmieron hasta la salida del sol . Héctor, se levantó antes que Julia, preparó café, lo llevó a la cama, besándola dulcemente despertó a su amada. Conversaron felices, parecía un sueño, era el momento de desvelar la sorpresa, tomo el bello rostro de ella entre las manos, diciéndole cuanto la amaba, había conseguido ser trasladado a una universidad cercana donde ella vivía, en principio era por un tiempo, pero si todo entre ellos salía bien, junto a ella se quedaría definitivamente, al escuchar esas palabras, Julia sonrió feliz, aquello parecía un cuento de hadas hecho realidad.
Magda Jardí
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