¿ Qué saben de la vida los que no han sufrido?
Es la pregunta que siempre hacía un tio mio que era medio filósofo pero que nunca estudio, un hombre humilde que atravezó la vida solo con la amistad de los libros y el deseo de aprender, buscando más allá del horizonte. En su momento no comprendí la profundidad de su reflexión tal vez porque yo era muy joven y de la vida no conocía nada, solo existía a travez de las vivencias de otros, mi trayectoria no estaba forjada.
Las experiencias, cuando llegan, suelen golpear fuerte como ese maestro tan temido que utiliza el maltrato para hacerse comprender de sus alumnos. Las experiencias te llevan a un ring de boxeo en el que solo el màs fuerte saldrá vencedor.
No es necesario sufrir para aprender, no tendría que ser una obligación pero eso la vida no siempre lo entiende, o no le da la gana de entender. No buscamos los golpes, intentamos esquivarlos como lógica reacción humana pero en ocaciones el dolor se convierte en nuestro único aliado.
Quizás en el sufrimiento se aprende, se descubre, nace la fortaleza y se endosa la experiencia porque toda esta mezcla es imposible de hayar en un camino sin piedras. Es tal vez el sufrimiento el mejor profesor por mucho que nos destruya y si no logra acabar con nosotros nos impulsa hacía arriba, ofreciéndonos una fortaleza inmaculada.
El no sufrir no enriquece y hace que el ser humano se mantenga en su zona de confort sin conocer, incluso, sus propias capacidades aunque sería mejor aprender sin sufrir.