Con toda la humildad que soy capaz agradezco y también quiero celebrar la compañía y la amistad de cada pareja educativa que he compartido en esta profesión. Adoro esa cualidad que transmite la complicidad de cada gesto para hacer frente a las circunstancias más inverosímiles, la conexión personal (por mucho que insistamos en mantenerla en el límite del adjetivo "profesional") que muchas veces eleva a la enésima potencia nuestros recursos individuales. Y por qué no decirlo también, el acompañamiento en silencio de esos dias grises internos, y que quien va contigo sabe sonreir en el momento oportuno para hacerte saber, una vez más, de su complicidad y comprensión.
Todo esto y mucho más que ha quedado en la memoria que no se puede guardar para que se marchite. Seguramente hayamos olvidado nuestros nombres, las anécdotas, las caras de los chavales. Qué importa. Lo que importa es reconocer que no podíamos hacerlo solos. Gracias compañer@s