Revista Diario
Bernarda Alba, Madame Bovary y Lady Chatterley llorando, como plañideras, en la cabecera de la cama. A la izquierda, Heathcliff y Catherine, rien en voz baja alguna ocurrencia de Dorian Grey. Al otro lado, Alonso Quijano baila, en camisón, los acordes del sirtaki de Zorba, el Griego. A los pies de la cama, Aureliano Buendía encabeza a una turba de desharrapados y perdedores de guerras que, sombrero en mano, miran al suelo en silencio.
Cuando pasen los años (ojalá sean muchos) y mi cuerpo quede postrado en una cama; cuando me falten las visitas y nadie venga a acariciarme la mano, imaginaré que ellos me acompañan en mi agonía. Volveré a revivir sus historias y dejaré que ellos, y todos los que vendrán, llenen mi última estancia. Con ellos me sentiré, igual que ahora, menos sola.