Por Luis Oswaldo Bernal CorreaDedicado a mis amigos y a mi padre que disfrutó esta que fue su última Navidad.Llega el fin de año y en Colombia suenan desde hace más de dos meses canciones populares que atiborran las radios con ritmos tropicales que anuncian la navidad, un año más que se cierra, las penas, la salud y las dichas del porvenir; mientras que en otros lugares del mundo las melodías son distintas y entre jingle bells y villancicos regionales esperan la noche de los regalos que en latinoamérica acostumbra ser la noche del 24 de diciembre. Esta época, es una época de regresos, el retorno de los hijos a sus hogares, a sus amigos, a su pueblo, el retorno por vacaciones, el retorno por el afecto, el retorno por el placer del retorno, el regreso a una vida que sigue su trayecto en el pueblo que nos vio nacer, el lugar atesorado a donde invitamos a los amigos que aún no han tenido el placer de conocer este terruño de felicidad llamado Arbeláez.
Fue en diciembre de 2016 cuando se hizo presente la necesidad de participar en el festival decembrino de nuestro pueblo. En esta ocasión es César quien nos convoca, ha estado pensando en participar con una idea para una comparsa, pero necesita más gente, así que poco a poco convoca a los amigos que están de regreso.¿Qué tal si hacemos un carro de valores y montamos toda la situación que se presenta cuando los guardias recogen el dinero del algún lugar?Así se gestó una comparsa. Cualquiera puede pensar en los muchos días y horas de preparación que tiene el montaje de una comparsa, y ciertamente muchas toman tiempos extensos para lograr todo lo que se proponen, el nuestro es un caso más divertido e intenso.Una tarde, sin muchos preparativos ya nos encontrábamos en la casa de Elkin y su familia, estaba Edison, César, Elkin, Mabel, y yo, iniciando el trabajo de pensar la mejor manera de crear desde las armas hasta los trajes, un desborde de creatividad sin ningún otro fin que divertirnos, cero estrés y muchas risas, bromas y manualidades para poder crear todos los implementos a utilizar.Lo primero fue arreglar las cañas de “castilla” que generosamente habían sido donadas para crear las armas, las mismas armas con las que uno jugaba de niño imaginado que eran de verdad pero con muertos de mentiras. Así mismo fueron nuestras armas, poco a poco Edison, Elkin, Mabel, y yo limpiamos y cortamos los trozos de caña para crearlas: desde las más pequeñas pistolas hasta la más grande de las “bazucas”. ¿Cómo las creamos? La respuesta está en el arte la cocina, en la habilidad maestra de César para crear engrudo, y las lecciones que me daba para heredarme la técnica… sin duda un secreto que se ha usado por generaciones, mientras rasgábamos papel periódico… mucho papel periódico que sumergido en el engrudo pasó a envolverlas cañas y a dar vida a las “armas”, mientras Don Pedro Ortiz, el papá de Elkin con su habilidad en la costura nos ayudaba con el diseño y confección de los “chalecos antibalas” característicos de los guardas de seguridad hechos en lona de concentrado.
[1] http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-14491058