Tu ves cada mañana a una mujer que debe pasar largas horas frente al espejo buscando una aprobación, ella se viste y arregla para satisfacer a los demás, para estar a la moda y competir con las más jóvenes, porque considera que la lozanía es más importante que la inteligencia, visualiza cada arruga como una amenaza para estar fuera de mercado y una cana como un atentado a la belleza eterna; una mujer luchando contra cada gramo de su cuerpo como si ellos fueran su peor enemigo, alguien que busca defectos donde no existen, y no es capaz de ver su perfección en lo perfecto.
Un ser humano maravilloso, con el brillo de la madurez en sus ojos y glamour al caminar, ese brillo y glamour que solo se le otorga a quien tiene el privilegio de tener la experiencia y los años. Seguridad en sus palabras, esa seguridad que todos anhelan y ella no valora, ...
Una mujer luchadora capaz de levantar a una familia, un corazón lleno de bondad en cada gesto o expresión, una mujer persistente e incansable hasta lograr los objetivos, una mujer ¡hermosa! empeñada en no reconocer que es única e irrepetible, una mujer que ve cada año como una desventaja, y no entiende que la belleza de la mujer no es una ecuación matemática entre los kilos y la edad, y por tanto, no existe ni la edad perfecta, ni el peso perfecto para ser hermosa...
Una valiosa mujer la cual necesita a un pobre espejo como yo, inerte y colgado en una pared para reflejar la imagen que todos ven, menos ella.
"Comienza a ver tu vida y tu imagen con los ojos del corazón, agradeciendo a la vida por los años que tienes"
"Deja de buscar la aprobación a través, del espejo de la sociedad, y ese día, descubrirás lo hermosa que eres sin importar los años, las canas o tus arrugas"