Me dedico a lo que me gusta. Vivo como quería. Tengo un par de días buenos y de buena noches y la ansiedad sube a tope. Duermo más para que el cuerpo no se queje por eso. Debería comer mejor: más balanceado; pero tampoco tengo una dieta terrible. Y sin embargo, voy sintiendo cómo me descompongo. Estoy consciente y me hago cargo; beberé té milagroso, me organizaré para volver al ejercicio, a la meditación, en general a la rutina: me hacen bien las rutinas, las que hago para darle estructura a los días sin tratar de "cumplir" con ellas.
Entiendo que así funciona -o así funciono-, pero me apena.
¿Por que no fui una persona simple que pueda ser simplemente feliz? He sido realmente feliz, pero creo que nunca simplemente feliz.
Tengo esta psique, este cerebro, estas hormonas, este esquema mental que tengo y resulta lo que resulta: que se me cae el mundo con facilidad más o menos frecuentemente. Lo bueno es que cuando se levanta, ese mundo me gusta mucho: mi pequeño mundo personal, a veces maravilloso, a veces en ruinas; siempre interesante, siempre mi casa.
Yo creo que justo cuando estoy a punto de algo muy bueno en cualquier sentido, mi mente me boicotea. Cuando estoy sintiéndome realmente bien, algo me molesta por dentro para romper el bienestar. Recuerdo clarito una noche de hace ya varios años. Todavía estaba casada. Habíamos pasado una mala temporada, de muchos problemas, pero la estábamos dejando atrás, estábamos entendiéndonos y queriéndonos. Entonces llegó esa noche que recuerdo, una entre otras en la que dormíamos muy juntos, yo acurrucada junto a él, él abrazándome. Sentí algo así como una oleada de amor, quién sabe si su abrazo fue un poco más apretado o me dijo algo tierno o lo que fuera: me sentí relajada, muy a gusto y sentí su cariño. Entonces supe, como si me lo dijera a mí misma, que no podía durar. Era demasiado bueno. Como si yo no pudiera tener algo tan bueno mucho rato. Supe que era yo quien me estaba negando "eso" y que incluso se lo estaba negando a él; pero pasó.
También recuerdo que antes-mucho-antes no era así. Nunca fui simplemente feliz, pero sí plenamente feliz y asumía que esa felicidad me correspondía. Sin ansiedad.
Silvia Parque