La ciudad cobra vida,
los pajarillos cantan
mientras los hombres acuden al trabajo.
En el ocaso el alba se acuesta,
las calles, intentan dormirse,la ciudad bosteza dulcemente,
las aves vuelven a sus nidos,
los hombres se retiran a sus casas,
y un gato, perdido y solitario,
se desliza por su lado.
Por la noche aquel gato se queda vigilante
y sustituye a los serenos de hace años,la ciudad duerme,
los pajarillos descansan en los árboles del parque
y los hombres, en sus lechos,
intentan conciliar el sueño.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/12/17