
Aquella que tanto dices seguir amando,
Allí donde bailaba el polvo en el altillo de la estantería, en aquel recóndito espacio fue donde la indiferencia paulatinamente hizo su nido.
Sólo me quedó buscar nuevas flores, quemar la tierra del viejo jardín, y del barbecho, ver renacer entre bambalinas, y bastidores, bajo la voz dulce de un nuevo apuntador, y la resquebrajada voz exangüe de mis latidos un nuevo ama-(por)-mecer ahíto de promesas sin pátinas, sin acomodadoras a las que darles una propina por dejarles ocupar un asiento en aquella butaca que ya no era de nadie.
Y volver a sembrar...
Hasta que de edelweiss y de muguet, llegaste tú y de invierno y primaveras, lograste perfumar hoy cada uno de mis días...
No sé lo que soy hoy.
Gracias, (...) ♥ por haber creído/ y seguir apostando por mí.
