2018
Mucho gusto, aquí Patricia. Estuve pensando que tal vez podíamos llegar a un acuerdo de urbanidad. Seamos ante todo civilizados, que la violencia que hay afuera me estremece.
Faltan unas horas para que llegués, pero tal vez, si querés, podrías venir a abrazarme, así de una, para ir rompiendo la barrera, entrar en clímax y no andar perdiendo tiempo, viste que de unos años a esta parte todo se pasa más rápido. Y aunque he sumado noches sin dormir para tratar de ir ganándole a la vida, pues nada, que todo se esfuma.
Mientras vos llegás, acá estamos, con el 2017 agarraditos de la mano. No te voy a mentir, trajo 365 días y no todos felices. Algunos días fueron oscuros, demasiado largos, o demasiado silenciosos. Pero los otros, los otros trajeron casi todo lo que estuve dispuesta a dar: risas, encuentros, re-encuentros, un universo que estuvo ahí siempre para mi y yo tan necia, tan poco preparada, tan inmadura, en años anteriores no me atrevía a mirar.
Este año bailé rock y reggaeton, y te prometo que quiero seguir bailando con vos también, aunque hay algunos ritmos que deteste.
He dicho que sí a casi todo. Vamos: si. Viajamos: si. Nos encontramos: si. Y descubrí que el sí abre puertas insospechadas, y es ahí donde me encontré con casi todo lo que estaba soñando.
Estoy segura que hay lecciones que ya las he aprendido, y sé que me traés sorpresas muchas, y no todas me van a gustar. Trataré de guardar mi orgullo y de no ser tan pedante, necia y cabeza dura como otras veces. Dejaré el control remoto sin pilas y que el avión lo maneje otro. Nadaré en el río colorado a favor de la corriente.
Luego del abrazo y de mirarnos a los ojos, te quiero mostrar lo que he escrito. Tengo una libreta nueva, trae dibujos, poemas, palabras y emociones. Era para tus días, pero la empecé antes. Dejáme cruzarla a tus días. Es que, me cansé de dejar ir lugares, gente, olores y aromas, de meter cosas en bolsas de consorcio, de regalar y tirar. Y necesito imperiosamente llegar a casa… al abrazo que te espera, a la mirada que no te esquiva, no te voy a defraudar, porque de todos los errores que me puedan atribuir tus predecesores, la palabra cobardía no está en la lista.
Si vos me cantás la verdad yo te voy a responder, si me sacudís me voy a volver a levantar. Seguramente en algún lapsus me enoje, me vuelva dramática y salga con eso de querer meterme en la bañera con la tostadora enchufada; pero si leés mi currículum vitae, sabés que recalculo y voy por más, a paso muy lento pero sin dejar de mirar el horizonte.
Mis alas están abiertas 2018.
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