Cuando se han sufrido mil decepciones,
parece que una más no importa.
Más no es cierto, pues una sola más
es suficiente para dejar de creer para siempre.
Y hay mucho camino por andar,
lo sé,
pero cuando las fuerzas se acabaron,
ya no deja paso la incertidumbre
a la fe
ni el desengaño al amor.
Y un día dejas de creer,
sin más,
pues se agotó tu reloj de arena.
Y llegas a la orilla solo,
dejas en el suelo tu equipaje
y tu maleta deja de pesar.
Y encuentras que es casi reconfortante
ser solo uno
pues únicamente
tú sumas o restas.
Abres tu macuto
y sacas recuerdos limpios,
los pocos que te quedan
de toda una vida de desencanto.
Y de ellos te alimentas
ya para siempre.