Un viejo ventilador oscilaba de un lado a otro, intentando refrescar una mañana que era imposible de refrescar, el calor bochornoso convertía a esa brisa en una masa gelatinosa que se pegaba en todo su cuerpo. Un vaso vacío lo acompañaba a su lado, a medio llenar de un agua turbia, lo que quedaba como el ultimo vestigio de lo que en algún momento fue una limonada con hielo, el ultimo testimonio de que en algún momento tuvo alguien que podía atenderlo, ahora convertido en un cultivo de larvas que desesperadas nadaban esperando el momento de emerger convertidas en mosquitos.
Unos ruidos en su estomago le informaban que ya era tiempo de levantarse, de mala gana bajo el otro pie al piso, se enderezo, acomodando una camisa abierta, totalmente húmeda por el sudor y con un olor propio que el ya no olía, acostumbrado al hedor que ya tenia por tener varios días sin bañar.
Se levanto, camino hacia la casa, sintiendo en cada paso cómo se iban sumando nuevas capaz de un calzado de tierra que ya tenia formado en cada planta del pie. Empujo la puerta que carecía de chapa, solo atorada por la hinchada madera que la formaba, entro a lo que en tiempos pasados fue una cocina funcional, ahora convertida en un cementerio de platos y ollas amontonados en un fregadero que desde hace mucho tiempo dejo de pasar agua. Una mesa despintada con bolsas de plástico vacías y hechas nudo, algunas aun servilletas manchas que alguna vez sirvieron para llevar comida a la casa. Se apreciaban dos sillas, muy deterioradas, como haciendo juego con la pintura de la casa, manchadas, escarapeladas, una de ellas tirada en el piso, sin que nadie tuviera la intención de recogerla. Paso al área que correspondía a la sala, el living como el le llamaba, presumiendo de su descendencia Argentina que de nada le servia, ahí había un viejo sillón, lleno de manchas de humedad y con un olor que penetraba toda la casa, un olor que el caminante ya no sentía, ya no olía... O pretendía que no olía nada, como lo hacia con su persona, como cualquiera pensaría que así lo hacia.
A un lado de sala se apreciaba un pasillo que al fondo se apreciaba una puerta, era la puerta del baño, un baño ya tapado por la falta de agua, ya tapado por haberse usado mucho tiempo sin tener ya agua. A los lados dos puertas, al igual que la puerta del baño ya deformes por la madera hinchada por la humedad, descarapeladas, con algunas manchas que sugerían que alguna vez estaban pintadas, pero sin poder confirmar el color con que fueron pintadas. Esas puertas llevaban a dos cuartos, uno vacío, el otro con un viejo colchón tirado, que solo era usado cuando la lluvia impedía usar la hamaca colgada afuera.
El hombre salió a la calle, vivía en una colonia irregular donde los vecinos pocos se diferenciaban unos de otros. Emparejo la puerta para cerrarla, no tenia cerradura, no la necesitaba, no tenia nada que le robaran y los vecinos sabían que necesitaba de cualquier excusa para matar a una persona, nadie tenia la intención de invadir esa propiedad que solo tenia valor para el que la habitaba.
Ya en la calle volteo a la derecha, caminando en medio de la calle, por ahí no abundaban los automóviles, por ahí no existían los automóviles, solo bicicletas y algunas motocicletas, que para los dueños eran un significado de estatus social. Siguió caminando, saludando con un moviendo de cabeza a los vecinos que se topaba, camino ocho cuadras de su casa, ocho eran suficientes, el era ya muy conocido en la zona por robar lo que pudiera a quien se dejara, no se molestaba ya en aparentar nada, ya en ocho cuadras era mas fácil encontrar a un despistado que no lo conociera, fue cuando vio la oportunidad de conseguir algo para comer. Venia caminando una mujer, su caminar era lento, cojeando de una pierna, caminaba viendo el piso, como cuidando que no hubiera nada que la tropezara, trata un descolorido pantalón de mezclilla y una camisa que brillaba de tanta planchada que ya tenia, venia dando pasos lentos, con un pie avanzaba y el otro lo arrastraba, venia con una pequeña bolsa que abrazaba mientras caminaba. Él la observo y vio la oportunidad, nunca lo iba a poder corretear, sabia que algo debería tener de valor para que llevara así cargando su bolsa.
Ella continuaba su lento camino, siempre mirando al piso, el se cambio de banqueta, su estrategia era pasarla de lado para atacarla por la espalda. La paso, sin nunca quitarle la mirada, se siguió de largo, vio a todos lados y al confirmar que no había testigos se cambio de lugar, atrás de ella, y entonces camino hacia su objetivo, sacando una vieja navaja que llevaba en el bolsillo. La alcanzo, le jalo la bolsa del hombro para buscar zafarla, ella, al sentir el ataque, por instinto, abrazo con mas fuerza la bolsa, el jaloneo empezó, los golpes empezaron. Ella perdió el equilibrio y cayo al piso, sin soltar su bolsa, el comienzo a patearla mientras luchaban en una danza frenética, donde el compás lo marcaba las correas del botín que pretendía obtener.
Ella, como pudo, ya con un ojo cerrado por tanta patada, sintiendo como corría la sangre por una herida en la frente que le hacia ver borroso por el otro ojo, abrió la bolsa, saco una pequeña pistola y solo un tiro, con una única bala que le quedaba... Pero no necesito más. Al maleante le dio de lleno en el estomago, de inicio no supo que pasaba, no comprendía que pasaba, solo sitio como un golpe lo asfixiaba, solo la bolsa, empezó a trastabillar dando pasos para atrás, de pronto todo se empezó a tornar gris, mareándose, cayendo. Algunos vecinos escucharon el disparo, pero nadie salió, en esa colonia todos sabían que lo mejor era no inmiscuirse, que lo mejor era hacer como que no pasaba nada.
Ella se levanto, guardo la pistola. Vio al sujeto tirado, sacudiéndose en espasmos que anunciaban la próxima muerte, después volteo para ver si alguien la auxiliaba, pero no vio a nadie, ella sabia que nadie acudiría a ayudarla. Guardo la pistola, se sacudió la tierra, con una manga de la camisa se limpio la sangre que escurría en su único ojo sano y siguió su camino, con una pierna avanzando, con la otra arrastrando. Era una veterana de guerra, la cadera y una pierna quedaron destrozadas por esquirlas de una granada, esto la dejo imposibilitada para trabajar, nunca fue buena para trabajos de oficina, no sabia usar una computadora, solo la primaria había estudiado. Su esposo la dejo cuando quedo media paralizada, sus padres habían muerto, no tenia hermanos. Le pensión que el ejercito le daba no le alcanzaba para nada, ese día, justo ese día, estaba sumida en una profunda depresión, que ahora esa golpiza que acaba de recibir en nada la ayudaba.
Ahora caminaba sin saber a dónde ir. Más temprano, ese mismo día, cuando salió del cuarto que rentaba, ya tenia planeado lo que iba hacer. Arranco una hoja de una pequeña libreta, hizo una nota, como una despida, diciendo que no se culpara a nadie de su partida, como si realmente hubiera a alguien que le fuera a importar. Tomo su pistola, un arma que le fue regalada como un reconocimiento a su servicio, le puso la única bala tenia y salió de su cuarto, decidida a caminar hasta la orilla de la ciudad, para terminar con su desdichada vida. Salió caminando, con una pierna avanzando y con la otra arrastrando, hasta que después de dos horas la misma vida a la que estaba a punto de despedirse le cambio el destino.
Ahora, después de lo sucedido iba recapacitando, pensando en lo que le había pasado, caminando, con una pierna avanzando y la otra arrastrando, razonando que si bien la vida era difícil, igual valía la pena intentarlo de nuevo. Se detuvo y dio la media vuelta, para regresar por donde había venido, con una pierna avanzando y con la otra arrastrando, pasando poco tiempo después junto a un cadaver que tenia la mirada fija hacia el infinito, siguió su camino, con una pierna avanzando y la otra arrastrando, dando gracias a ese pobre tipo, que le había dado la oportunidad de seguir avanzando... Aunque llevara la otra pierna arrastrando.