Revista Literatura

Conclusiones a pie de árbol.

Publicado el 12 marzo 2014 por Marga @MdCala


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Cuando llegas a cierta altura de película vital, todo se vuelve más relativo y empiezas a extraer conclusiones de cuanto te rodea y de lo que realmente conforma tu identidad. Imagino que dentro de un tiempo, estos pensamientos se revitalizarán, cambiarán, adecuarán, deformarán o anularán en parte, según vaya aproximándose el “fin” del metraje… Hoy por hoy, puedo reconocer -sin complejos ni miedos- lo siguiente:
-Tengo 47 años. Esto es algo temporal e insustancial (aparte de puñetero), pero no quiero seguir siendo una de esas mujeres que esconden la edad por temor a ser rechazadas de algún modo. Me encantaría tener menos (bastantes), pero es lo que hay… y es más: ¡espero seguir cumpliendo!
-No creo en dioses, religiones, dogmas, teorías y confabulaciones diversas. En realidad nunca lo hice, a pesar de haber estudiado durante 13 años en un colegio de monjas. También me habría gustado ser creyente, pero ha sido del todo imposible: la lógica me puede.

-Me equivoco y “meto la pata” de manera constante y reiterada. A veces, conmigo misma. Otras muchas, con los demás. Pido disculpas desde ahora mismo a quienes haya podido ofender en algún momento. También a quien se haya sentido aludido -aun erróneamente- con mis escritos, cuentos, relatos o afirmaciones. 
-No soporto a la gente falsa, meliflua, cursi y ñoña. Sin embargo, me sorprende gratamente que me consideren dulce. Yo me veo arisca y gruñona, pero se agradece igualmente (y mucho).
-Nunca conseguiré el éxito profesional a través de un escándalo. Tal vez se haya presentado la oportunidad en alguna ocasión, pero si así fuere, lo he olvidado. Jamás. Y si critico a quien lo hace no es cuestión de envidia, sino de lástima y vergüenza ajenas. 
-Me desarma la valentía de quien se atreve a dar la cara por otro, sin importar el “qué dirán” o las consecuencias futuras. Dar la cara con nombre y apellidos.
-Adoro las margaritas, y eso sería así aunque me llamase de cualquier otro modo. Y ya que estamos, ahora también adoro mi nombre.
-Soy muy afortunada por tener tan buenos y leales amigos. Espero que esto no cambie nunca. Incluso a los que ya no se cuentan entre ellos, agradezco la ayuda y el apoyo que en su momento me brindaron. Hay cosas que, como ya dije una vez, nunca olvidaré.
-Me pueden las injusticias. Me rebelaré siempre contra ellas, así como ante la estrechez de miras y la terquedad. No pasa nada si alguna vez cambiamos de opinión. O si consideramos mejor la opción del otro.
-Tuve dos hijas, y jamás después sentí la necesidad de tener un varón. Si así hubiera sido, tampoco me habría convertido en una mujer machista, sino que habría contribuido en lo posible a la erradicación de ese arcaico pensamiento. 
-Me gustaría tener la energía necesaria para hacer todo lo que deseo, pero la naturaleza me hizo un tanto frágil. Existió un momento en el que todo se pudo estropear, y he sabido aprender de él. Tonterías, las precisas.
-Quiero seguir recorriendo el camino bien acompañada. Cada vez más sincera, justa y sin temores. Y como decía Serrat: feliz, dulce (jajaja) y vanidosa… 
Un abrazo y gracias por la paciencia. Nos seguimos leyendo. ;-)


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