Ya había perdido la cuenta del número de veces que había mandado un microrelato al concurso de la radio. Esta vez será la última, se decía cada vez que pulsaba el botón de envío con el ratón. Pero cuando decían el tema sobre el que tenían que escribir la semana siguiente no podía dejar de empezar a pensar sobre las posibilidades del mismo. Y volvía a escribirlo. Y volvía a decirse que sería la última vez que lo hacía. Y volvía a frustarse cuando no escuchaba su relato en la voz del locutor.
Pero esta vez sí que era su última vez. No podía aguantar más fracaso y justo antes de quedar colgando a diez centímetros sobre el suelo, pulsó el botón de envío.
"No me queda nada". Era lo que decía.
Por supuesto, ganó el primer premio.