Asambleistas cochabambinos reflexionando profundamente-Los Tiempos
Singularmente macondiano es este país, donde la fantasía más retorcida hace mucho que fue superada por la perversa realidad. Ni en una noche de febriles pesadillas se le ocurriría al gran Gabo imaginar lo que en este pedazo recóndito del orbe viene sucediendo desde que Evo el Austero y su corte de plurinacionales llegaron al poder. La “revolución democrática y cultural” que tan solemnemente anuncian a los cuatro vientos, sigue haciendo de las suyas con muestras ya no pintorescas sino atrozmente absurdas, que obligan a cualquier cerebro sano a resetear su sistema operativo en busca de una explicación. País de cabeza, sin lógica, sin gravedad, sin leyes, sin sentido. La sensación de que el tiempo se ha detenido en aquella época en que se creía que el planeta era el centro del universo.
Como cada año, al calor del sol de septiembre radiante, nuestras honorables autoridades se reunieron para otorgar reconocimientos a cochabambinos meritorios, aunque sea por ser más longevos que los eucaliptos, total que el clima ayuda bastante. El 14 del presente mes, como sabemos, se recuerda los doscientos y pico años del grito libertario, grito primaveral y grito del “¡salud, llajtamasi!”, y lógicamente hasta los pajaritos ponen de su parte cambiando de plumaje, a la par que los munícipes y legisladores departamentales alistan su bandolera de eminencias para lucir en los desfiles.
En franca lid, Concejo Municipal y Asamblea Departamental se ponen a la labor de proponer nombres destacados de la región. No sabemos si se amanecen en apasionados debates para sustentar sus candidaturas. En lo que respecta a categorías, el concejo se lleva la flor, para no poner en la misma bolsa a deportistas de moda, viejos sastres o maestros del piano. Antaño, los reconocimientos se otorgaban a ciudadanos candidatos al panteón con la seguridad de que se conocía su trayectoria, siempre en beneficio de la sociedad. Cosa natural y necesariamente seria. Ahora se distingue a artistas de la calle o comerciantes con treinta años de antigüedad, oficios, por cierto, tan nobles como cualquier trabajo honrado, pero cuyo aporte diferencial es discutible. Si es así, condecoremos a todo el mundo y punto. Mi abuelita vivió 94 años, sacando doce hijos adelante, sin hacer daño a nadie y nunca recibió medalla alguna.
Pero lo que premian los concejales es poco comparado con la insólita sabiduría de los asambleístas del MAS (oficialismo), quienes, haciendo uso de su aplanadora aprobaron otorgar sendos reconocimientos a tres tristes tigres por el simple hecho de “ser cochabambinos y autoridades nacionales”. Los pocos legisladores de oposición abandonaron la sesión como si llegara la peste al conocer los nombres. Es más, se vio en televisión el breve pero acalorado cruce de acusaciones en torno de los personajes propuestos, en un ambiente de intolerancia tal como aumentar el volumen de los micrófonos y causar sonidos de interferencia cuando un opositor hacía uso de la palabra. Luego, un asambleísta oficialista lamentó la “falta de seriedad” de sus colegas rivales al haber abandonado el salón, argumentando que no iban a ser cómplices de tan vergonzosa premiación. Así que la figura queda clara: masistas condecorando a superiores masistas, en nombre del pueblo de Cochabamba. ¡Vaya honor para los homenajeados!
¿Y cuáles son las cualidades sobresalientes de tan excelsos personajes? Uno de ellos, el más importante, haber llegado a la vicepresidencia colgado de la candidatura de Evo, porque de lo contrario no lo elegiría nadie. El segundo, haber sido nombrado ministro de la Presidencia, por mera amistad con el presidente; cuando un periodista preguntó cuál era mérito del ministro aludido, uno de los promotores de la idea respondió de esta manera: “bueno, es un… a ver, por qué, es atribución del presidente nombrar a su ministro. Si fuera un mal ministro nuestro presidente no lo estaría convocando nuevamente para que asuma este cargo, entonces tiene toda la confianza de nuestro presidente”. Sin comentarios. Y finalmente, se decidió reconocer el tremendo esfuerzo del anónimo comandante de las FF.AA. que proclamó como socialista a toda la tropa y por haber ordenado pintar en los cuarteles la leyenda “patria o muerte: venceremos” como agradecimiento al supremo comandante de la nación por su nombramiento.
Después de todo, pensándolo bien, haber puesto en la lista de notables a un verdadero payaso tiene su mérito porque, al menos, este sencillo ciudadano habrá alegrado el día a generaciones de cochabambinos y amenizado con sus actos cómicos el cumpleaños de muchos niños, mientras se ganaba la vida. Al contrario, tanto el vicepresidente como el ministro no sólo no han hecho nada sustancial por el progreso y desarrollo de la región, sino que, para peor, han sido principales artífices en generar situaciones de odio y división entre bolivianos. Tanto que sólo invocar sus nombres produce repudio generalizado y escalofríos al mismo tiempo. Tenía razón Vargas Llosa cuando en su discurso de aceptación del Nobel, dijo que Bolivia era una “seudodemocracia populista y payasa”. He aquí una flagrante muestra, a no dudarlo.