Revista Literatura

Conducta y tecnología. Los nuevos modos.

Publicado el 17 febrero 2013 por Marga @MdCala

 

A la hora de escribir -y con ello opinar- sobre conductas sociales y tecnología, debo fijarme en las personas de mi entorno  y en las que gracias a los medios de comunicación, vemos más que a nuestra propia familia… También éstas resultan buenos ejemplos de lo acertado y lo fallido, como pautas a seguir. Una vez observado, puedo extraer las siguientes conclusiones:

 

Particularmente, tiendo a seguir los pasos de quienes practican lo que pregonan, ya que la falsedad y la hipocresía -tan practicada- me repelen, por mucho que a veces convenga incluirlas en el menú del día. Me apasionan las personas que a pesar de su difícil punto de partida, han conseguido triunfar en algún aspecto de la vida; ya sea personal, económico, profesional, espiritual, etc. Admiro a quien tiene un motivo para luchar a diario, y lo defiende a capa y espada, se lleve o no, se entienda o no, guste, o lo contrario. Muero por quienes luchan por sus objetivos, sin dejar de respetar a quienes tienen los opuestos y hacen lo propio. Me encantan las mentes abiertas y libres de paranoias y ranciedad. No soporto el egotismo y el narcisismo, venga de quien venga.

 

Me entiendo con quien piensa MÁS, porque suele acertar, a diferencia de quien está todo el día conspirando en la sombra y malmetiendo, ya sea por miedo, inseguridad, celos, aburrimiento, amargura, conveniencia o todo unido.

Conducta y tecnología. Los nuevos modos.

Adoro a personas como la que me acompaña en la vida, que suelen justificar el gesto extraño de un familiar o amigo, aun equivocándose, porque no son capaces de pensar mal de ellos. Porque saben que siempre ha sido más vergonzoso desconfiar, que ser engañado. Porque son inteligentes y seguros, y no necesitan de espionajes interlineales para saciar sus instintos de provocación.

 

Me gustan quienes anteponen el bien común al orgullo individual; quienes saben priorizar en la vida y dar a cada uno su debido puesto. Quienes no permiten privarse de un ser muy querido, por muy en desacuerdo que se encuentre con su postura. La excepción la pone ese límite en que la tolerancia deja de ser virtud, para convertirse en cómplice del error. Pero hay que intentarlo hasta llegar a ese punto de no retorno.

 

Me gustan los borrones y cuentas nuevas de quienes así demuestran estar por encima de la media, siempre y cuando no sean repetidos e inútiles. Me gustan aquéllos que no necesitan explicaciones y te frenan ante el intento, porque tus motivos tendrás. Me gusta la gente con clase, que nada tiene que ver con el dinero y la posición. Bien al contrario.

 

Me preocupan los asociales que pululan por nuestras redes y caminos, solapados y encubiertos por una amabilidad que ni ellos mismos se creen, apostando por nuevas piezas -generalmente femeninas- que cobrarse al acabar el día. Existen, doy fe, y no siempre son fáciles de desenmascarar. Queda el dilema de si dar o no la oportunidad. Yo, que ya me equivoqué, sigo apostando por el diálogo y por abrir puertas que no me conviertan en una amargada resentida. Cada uno es libre de escoger su seguridad. Mi nivel es sólo medio, y si me vuelvo a topar con algún desequilibrado/a, mala suerte. Me niego a la clausura, porque hay mucha gente interesante en las calles que deseo seguir conociendo.

 

Vivimos una nueva época en la que todos estamos mucho más cerca, para a veces terminar mucho más lejos, bien sea por comentarios indebidos, alusiones inventadas, toques malintencionados, u olvidos que no lo son tanto. Y al mismo tiempo, tenemos la fortuna de poder reencontrarnos a un golpe de ratón, de nostalgia o de recuerdo. Si somos o no capaces de utilizar debidamente estas herramientas, lo dirá el propio sentido común de cada uno. Igual que siempre ha sido y será.

 

Pienso que cerrarse a las nuevas tecnologías es absurdo y peregrino. Cateto a más no poder, y que bien empleadas, todas nos harán la existencia más fácil, plena y grata. Son puertas y ventanas hacia el exterior, el diálogo, la apertura y las personas.

 

No nos cerremos al progreso, pues incluso las mentes más conservadoras disfrutan a diario de estos avances. Quedémonos con lo bueno y con los buenos, y sigamos adelante juntos.

 

Y los demás, que digan -con todos mis respetos- Misa cantada…

 


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