Voy a empezar este post confesando algo: la primera vez que intenté poner un cuelgafácil en la pared, no fui capaz de clavarlo. Esto de cuelga fácil no tiene nada, pensé. Había intentado apañármelas yo solita, y fracasé. Luego, más tarde, incluso creo recordar que mucho más tarde... me di cuenta de que lo había intentado poner al revés. Ahora soy una maestra en cuelga fáciles, pero mis habilidades en el bricolaje se reducen casi a eso. Bueno, no se si cuenta que este verano di un poco de aceite protector a algunos muebles de terraza. También se poner las tapas de seguridad para niños en los enchufes; pero no quitarlas. Es decir, que son tapas de seguridad para los niños y para mí misma. Supongo que para consolarme, quiero pensar que no soy la única. De hecho, en mi caso puede incluso que la genética tenga algo que ver en el asunto. Una vez, un pariente al que no quiero nombrar para que no deje de hablarme, estaba haciendo una agujero en la pared del cuarto de su hijo, mientras el niño miraba atónito como la punta de la broca salía por la pared del salón. Otro (familiar), no entendía por qué el taladro no hacía el correspondiente agujero, hasta que fue a la tienda y le explicaron que intentaba taladrar yeso con una broca para metales. A otro se le ocurrió cepillar un poco la puerta de la terraza, que se había dilato y no cerraba bien. Calculó mal, cepilló de más, y entraba un frío por la puerta que ni os cuento. Podría seguir con las anécdotas pero... seguramente me matarían.
Confesiones y el bricolaje
Publicado el 25 noviembre 2011 por BeatrizbeneitezVoy a empezar este post confesando algo: la primera vez que intenté poner un cuelgafácil en la pared, no fui capaz de clavarlo. Esto de cuelga fácil no tiene nada, pensé. Había intentado apañármelas yo solita, y fracasé. Luego, más tarde, incluso creo recordar que mucho más tarde... me di cuenta de que lo había intentado poner al revés. Ahora soy una maestra en cuelga fáciles, pero mis habilidades en el bricolaje se reducen casi a eso. Bueno, no se si cuenta que este verano di un poco de aceite protector a algunos muebles de terraza. También se poner las tapas de seguridad para niños en los enchufes; pero no quitarlas. Es decir, que son tapas de seguridad para los niños y para mí misma. Supongo que para consolarme, quiero pensar que no soy la única. De hecho, en mi caso puede incluso que la genética tenga algo que ver en el asunto. Una vez, un pariente al que no quiero nombrar para que no deje de hablarme, estaba haciendo una agujero en la pared del cuarto de su hijo, mientras el niño miraba atónito como la punta de la broca salía por la pared del salón. Otro (familiar), no entendía por qué el taladro no hacía el correspondiente agujero, hasta que fue a la tienda y le explicaron que intentaba taladrar yeso con una broca para metales. A otro se le ocurrió cepillar un poco la puerta de la terraza, que se había dilato y no cerraba bien. Calculó mal, cepilló de más, y entraba un frío por la puerta que ni os cuento. Podría seguir con las anécdotas pero... seguramente me matarían.