
La vida es confiar. Aunque te haya decepcionado como la puta madre. Es que se lleven la mercadería y te la paguen luego. Es un “me diste de más” y dar lo que sobra. Es confiar un secreto y que no te apuñalen. Es necesitar calorcito y encontrarlo. Es seguir el pulso, seguir el camino, seguir el temblor, es seguir la música, la línea que forman las hormigas en la vereda, el rastro de las vacas en el camino embarrado, es seguir caminando, corriendo o arrastrado.
La vida es confiar. Es una manta norteña que vuelve a tu cama a taparte este invierno que estás solo y tu cama parece un maldito desierto aunque del otro lado pongas ochenta almohadas o duerma alguien que no merece la alegría. Es el mensaje que cae en medio de la mañana y pregunta ¿cómo estás? Porque sí, porque te extraño, porque me importás.
Patricia Lohin
