Revista Literatura

Conjuro alejamuerte

Publicado el 26 abril 2011 por Tuky @Tuky
-5:05 de la madrugada. ¿Me explicás qué hago despierta? Cierto, si siendo gata me contestaras, nos volveríamos millonarias- le dije a Cláris.
Caminé a la cocina y vaya a saber porque fascinante teoría del sonambulismo, me hice un té.
En la mesa, mirando la oscuridad de la casa, pensé: “¿qué es éste desvelo?”. La respuesta vino sola: “es una de esas madrugadas en las que el mundo duerme y uno recuerda que una vez escribía”
Encendí la máquina, abrí cual autómata mi Hotmail y en lugar de poner mi clave hice tres clic. En el medio me pregunté: ¿tan mal estoy para que tenga que leer sobre la luna de miel de Lopilato? Definitivamente, no. Así que hice otro clic y un titular me llevó al 2003.
Hace ocho años (no puedo creer lo rápido que pasa el tiempo) me dijeron: -Tenés que venir al auditorio, hay concierto de poesía-
En ese entonces, estaba estudiando poesía en la Biblioteca Nacional y como era de esperar, fui derechito al auditorio.
Los asientos estaban ocupados, no todos obviamente, pero recuerdo que me pregunté de dónde habría salido toda esa gente, considerando que a las 21 la mayoría de las salas dormían con el perfume de los libros.
Entonces ocurrió que él, no sin esfuerzo, subió las escaleras. Lo primero que dijo fue la primera risa que nos robó esa noche.
Tenía 85 años, un humor impecable, y una mirada que resplandecía.
Antes de leer algunos de sus poemas nos contaba dónde habían nacido, qué le pasaba, qué había mirado.
Él no leía sus poemas, los cantaba con una voz gruesa y tan tranquila, que desde mi butaca podía sentir las olas de su mar.
Me gustaba como se autocriticaba en medio de un poema. Esa mirada cómplice y el gestito de “mas o menos” en algún que otro verso.
Fue la lectura de poesía más amena, más graciosa, más nutritiva, más azul... que presencié.
Hoy, mientras hacía esos clics encontré el titular que me informaba que Gonzalo Rojas ya no dará más conciertos de poesía en éste mundo. Y entristecí.
¿Qué se hace cuando un poeta muere?
Fui a buscar su obra, y así como quien dice un conjuro alejamuerte, encontré alivio leyendo en voz alta:
“Cada lágrima derramada con pasión es un grano de arena robado al desierto del vacío: cada beso es una llama para el resplandor de los muertos”

Don Gonzalo, desde éste bar, le mando mi lágrima en éstas humildes letras y éste beso mío, en honor a su resplandor de vida.

Conjuro alejamuerte

(Gonzalo Rojas, aquella tarde en el bar de la Biblioteca Nacional)


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