Conmorir

Publicado el 20 agosto 2012 por Cefiro

Construyo diques con palabras y descifro canciones de música pop en una tarea tan intrascendente como entretenida pero no tengo otro sindios que ausentarme en la palabra, dejar respirar los secretos cuando cae la tarde, brindar por el sexo, ser él. O el que se duerme mientras contempla la orilla. Vivir no es otra cosa que recuperar lo perdido, un correr hacia atrás una vez y otra vez para al final perder o morir. El espejo del retrete por la mañana me dice quién soy. A la cara. Sin intermediarios, sin adornos, sin rodeos. De tú a tú. Luego me pongo a escribir como forma de huida o de desposesión de la masa inerte que me llena o me desaloja poco a poco, día a día. La decrepitud se hace carne en las arrugas que circundan los ojos por los que nos miramos en ese espejo, por los mismos que somos objeto de observación análogo. Y uno se va acostumbrando a conmorir sin darse cuenta de que el gran error de la naturaleza humana sea precisamente eso, la adaptación. La dicha no perdura más allá del estado de iniciación y desconocemos el mecanismo de perpetuación. Hay gente que se da cuenta en un taxi o mientras camina, al despedirse o al escribir, algunos mientras duermen y los menos, los que no se percatan, los más peligrosos sin duda, los que quieren ser eternos hasta el último día. Permanecer hasta el final es nuestra condena para los demás. Se buscan demasiadas cosas antes de morir.