Revista Ilustración

Conocí a la chica hace ya año y medio pero regresó a su p...

Publicado el 08 septiembre 2021 por Ni_mini
Conocí a la chica hace ya año y medio pero regresó a su p...Conocí a la chica hace ya año y medio pero regresó a su país en cuanto comenzó Covid.

Regresó a principios de Agosto y cuando la gente le pregunta si extraña su casa una sombra se aparece en su mirada.

-Extraño cosas pero en general no.

Y en el enunciado distingo un espíritu muy protocolario de no querer parecer un monstruo desarraigado pero con el firme desapego exudándole en cada palabra. Una fugitiva puede distinguir a otra fugitiva en un mar de gente.

Quiza por nuestras breves conversaciones puedo concluir que viene huyendo de su cultura, que es tan competitiva y opresiva que la distingo como la delicada criatura buscando obstinada ese trago de oxígeno que le ha sido negado toda la vida. Ella solo busca respirar.

A ratos me pregunto si será ella capaz de distinguir la jaula de donde vengo o la fobia que me produce la intimidad.

Mi papa me enseñó aún contra mi propia naturaleza combativa y terca que si amas algo, ese algo ejerce un poder sobrecogedor sobre ti.

No pasa nada, entrégate, dicen, yo no te voy a hacer daño, pero el minuto siguiente se olvidan de tu nombre y ponen la suela de su zapato sobre tu cabeza.

Jamás permitas convertirte en reinado de semejante sentimiento zaíno.

Tú me enseñaste a vivir con una correa alrededor del cuello, me enseñaste que vivir prisionera esta bien mientras ames, y a ti mismo e enseñaste a provocar compassion y ternura en todos aquellos que por de fault estaban forzados a amarte.

Muchos hombres después de ti me han enseñado lo que significa que venga un extraño a sembrar su bandera con aparente ternura para después proclamarte su país. País de ellos, país de nadie, país que necesita que le estrujen los recursos, la vida, la tierra, la magia.

No aprendí la lección. Y después de ti, vinieron algunos hombres, con los brazos llenos de banderas pero sin la menor idea de lo que significa cuidar a una planta o consolar a un animal herido en tu regazo, qué sabrían ellos de lo que significa amar con toda la vulnerabilidad de una herida abierta, de una gota de agua a punto de caer.

Mi cuerpo decidió enseñarse a amar poquito, a dividir la fuerza del océano en pequeñas gotas. Pero aún a veces se me aparecen hombres y a veces mujeres con banderas y largas listas de necesidades, a ver que hay en este país para cubrir agujeros, para llenar estanques vacíos. Y siento fobia y veo jaulas, correas y trampas y siento que me ahogo. El amor es una gran trampa, llevo toda la vida intentando enseñarme a arrancarlo todo de tajo cuando las cosas comienzan a echar raíces en mi. El desarraigo es la bandera de este país. Castillo en el aire, sin coordenadas, siempre vagando, siempre libre.



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