Es quimérico poder conseguir olvidarme,
Del bálsamo permanente de sus besos
Que supieron día y noche embriagarme,
Como la miel que se extrae de los cerezos.
Usted vive alojada en un rincón de mi alma,
Ocupa un espacio de mis sensibles anhelos,
Y por más que intento, no encuentro la calma,
Convirtiéndose en el raudal de mis desvelos.
Me queman los recuerdos de saberme amado,
Del cariño que agrupó nuestra angustiada vida,
Ha sido quimérico borrar ese agradable pasado,
Recordando con lágrimas aquella fría despedida.
El tiempo no ha logrado sanar esta amargura,
Que resguarda lo íntimo de mi blando corazón,
Cómo hago Dios mío para olvidar de su ternura,
Y erradicarle para siempre, sin perder la razón.
Autor Jose Zapana