Magazine

Consejos de Dirección (gratuitos, faltaría más)

Publicado el 08 febrero 2011 por Garatxa @garatxa
Paco llega a las 8 de la mañana al trabajo, enciende el ordenador, descarga el correo electrónico y empieza a leerlo. 30 minutos la broma. Se atasca, revisa el outlook y no puede creerlo, tiene una jornada intensa que comienza con una reunión de estrategia a las 9 h. Decide desbloquear su mente leyendo El Correo, al fin y al cabo las cosas en Oriente Medio están peor y eso le permitirá consolarse.
Tras 30 minutos de paréntesis se incorpora a la reunión que, por aspectos imprevistos que no estaban en el orden del día, termina a las 11:15 h. Respira aliviado: tiene un colchón de 15 minutos para tomar un café ya que a las 11:30 tiene una reunión de seguimiento con varios jefes de proyecto y técnicos. ¡Qué dura es la vida de un Director!.
La luz roja de la Blackberry no para de parpadear y tiene callo en el dedo de tanto darle a la rueda de desplazamiento, en lo que va de día ha leido 47 e-mails de los cuales ha tenido que responder a 21. Qué se le va a hacer, él es un buen profesional y se debe a ello, de hecho tiene cuenta en Twitter y perfiles en Facebook y Linkedin porque un día vino un experto gurú a dar una conferencia que dijo que había que estar ahí o en un futuro "eres un fiambre profesional". Claro que el tipo ese no explicó cómo afrontar que recibiera tres invitaciones diarias en Facebook para unirse a grupos tan interesantes desde el punto de vista de los negocios como "Yo también tengo un gato siamés", "A mi también me molestan los gritos de mi vecina cuando hace el amor", o "Plataforma por la Resurrección de Augusto Algueró", además de una media de 5 mensajes al día diciendo "Me gustaría añadirte a mi red profesional en LinkedIn. Pulsa Aceptar". Un escalofrío le recorre la espalda cuando piensa que aún no ha revisado su Twitter.
La reunión de seguimiento se convierte en una discusión surrealista cuando, para variar, salen temas que no estaban previstos y en los cuales todo el mundo tiene dudas y, por tanto, ninguno de los asistentes se atreve a tomar una decisión. Lo han zanjado con un "lo pensamos y retomamos los temas el martes de la semana que viene".
¡Redios!, pero si son las 13:30, así que tenía hambre con razón. Se dirige a la secretaria y le dice que se va a comer que volverá en una hora. El caso es que en el restaurante hay mucha gente y tarda más de la cuenta. Vuelve al despacho a las 15 horas y lo hace estresado, mientras comía le han entrado otros 12 mails de los cuales tiene que responder 4 y, por si fuera poco, Twitter está que arde. Los hastags #innovacion y #tecnologia están que echan humo y encima le han llegado varios DM y 12 replies. Se pone a ello y a las 16:15 termina justo para hacer unas preguntas tontas desprovistas de interés a unos compañeros durante quince minutillos (en el MBA le enseñaron que así se hace equipo) y se mete en otra reunión a las 16:30. Esta última es la leche, ni más ni menos le toca revisar con sus jefes la evolución de la contratación, ¡pero si no se ha puesto aún a vender, cómo va a haber buenos resultados!.
A los 10 minutos de reunión se encuentra explicando que, entre el tiempo que dedica a las redes sociales, el que necesita para leer y contestar correos, y el que mete en reuniones no da para más, que hasta cagando escribe y habla por la BB. Además se ha tirado dos meses preparando una intranet para comunicarse con los empleados, un repositorio de documentación alineada con la estrategia de negocio y un blog corporativo, ¿cómo demonios se pueden quejar de los resultados?: "La culpa no es mia, es de la crisis, que no hay quien venda nada sino es pan o jabón".
Consejos de Dirección (gratuitos, faltaría más)
A las 18:20 termina la reunión y abandona la sala con gran estrés y evidente gesto de preocupación, le acaban de "recordar" que el año pasado tuvo unas pérdidas de 350.000 euros. Al apagar el ordenador decide no mirar ni de reojo el correo, en su cabeza bulle una pregunta que nadie responde: "¿Cómo demonios se pueden quejar de mi trabajo si llevo ya tres meses mejorando los procesos internos, estableciendo un plan de trabajo unido a un plan de negocio y haciendo un seguimiento estrecho a toda la plantilla para que todo el mundo esté centrado? ¡Todo el mundo sabe lo que tiene que hacer!".
Pues por eso precisamente Paco, porque todos lo saben menos tú. No sabemos si durante la carrera, durante el máster, o en una de tantas noches de farra, te olvidaste de que el negocio no es el espacio físico donde se ubica la empresa, el negocio es la actividad económica que se produce en su interior. El negocio es el contenido, no el continente. Y el negocio se genera pensando, reflexionando en equipo cómo abordar el próximo proyecto, y saliendo, acto seguido, a venderlo. En un despacho no se vende, se despacha, y todos sabemos la diferencia entre vender y despachar. ¿O quizá no?.

Volver a la Portada de Logo Paperblog