Antes que nada me presento, soy Miguel, he sido seminarista católico pero ahora soy anglicano.
Los que queráis dejar de leer tras la última palabra de la frase anterior podéis hacerlo. Para los demás os ofrezco ahora algunos consejos que me ha dejado la experiencia. Son bastante neutrales, pienso yo; aunque mucho más de la razón que del corazón. (Para la parte del corazón rezad)
1. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones
O lo que es lo mismo antes de decidirte entre ser sacerdote diocesano –cura a secas–, salesiano, benedicto o diácono explora un poco. Hay muchas más congregaciones y ministerios de los que puedas imaginarte.
2. Se dijo, pero yo os digo
Explora no solo su misión histórica o su carisma original, o en otras palabras lo que hicieron sus fundadores, sino también qué es lo que están haciendo ahora. Puede que ya no tengan colegios, o que solo lleven colegios. Puede que empezaran siendo misioneros y ahora se dediquen exclusivamente al estudio de la teología. Recuerda que tienes que vivir de realidades.
3. Pesado, medido…
Antes de unirte piensa que te están evaluando a tí, y es muy justo que lo hagan. Pero también tú debes evaluar a las comunidades concretas en las que piensas integrarte. ¿Ves indicios de disputas internas? ¿De conflictos larvados? Nada es perfecto, tampoco las congregaciones ni diócesis alguna; de lo que se trata es de ver signos de decadencia. Si eso ocurre lo prudente es buscar otro sitio porque todas esas rencillas internas van a repercutir en tu formación.
4. La verdad os hará libres
Dí la verdad. No te presentes como quien no eres. Dios no busca agentes secretos, ni mucho menos farsantes.
5. Antes de construir una torre haz un plan.
Si no sabes distinguir un cíngulo de un cirio, eso se aprende. Si no tienes hábito de rezar, eso se pilla, pero probablemente lo mejor sea hacerlo antes de “entrar en religión”, en tu propia parroquia o grupo.
A cualquiera que sea cura lo que se pide de un seminarista de primero le parecerá una tontería. A los monaguillos y similares de toda la vida tampoco le asustarán pero a quien venga completamente “de fuera” se le puede hacer un mundo. De hecho conocí dos personas que no aguantaron una semana, literalmente.
¿ Y cuáles son esos mínimos?
Al menos, como mínimo.
- Ve a la Iglesia con más frecuencia de lo obligatorio.
- Reza todos los días, algo.
- Lee la Biblia diariamente.
- Pregunta a tu sacerdote.
6. Los zorros tienen su cubil, pero…
No hay garantías de nada. Puedes pasarte siete años preparándote, con buenas notas y todo, y sin embargo ver como el obispo te hace esperar por tu ordenación. Mientras tanto no cobras, ni cotizas, ni esas cosas. Sigues siendo una especie de estudiante. E incluso puede pasar que al final de todo “no te vean como cura” y hasta puede que tengan razón.
No es que sea muy común, pero puede pasar, y la simple espera ya hace daño. Lo digo para que estés preparado; porque lo cierto es que desde el primer día hasta el último tendrás altibajos en este camino. A veces te sentirás que ya lo tienes, otras solo querrás que todo se acabe de una vez; algún día pensarás que el obispo ya te está buscando parroquias, otros que hasta la cocinera sabe que no te ordenarás. Guárdate de tus propios senti_mientos_.
7. Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu
Lo más importante es que recuerdes que el fin de entrar no es hacerte cura o religioso. El fin de entrar es encontrar la voluntad de Dios para tu vida. Ser fiel a tu vocación, sea la que sea y encauzarla dentro de las posibilidades que se te abran.
Foto cc –by fusion-of-horizons