Si no queréis que os suceda ésto, hay unos trucos muy sencillos que alargarán la vida de estos ingredientes básicos de nuestra cocina.
Para conservar las patatas:
Primero, hay que quitar la suciedad a las patatas con un trapo o un cepillo. Eso sí, nunca hay que lavarla antes de almacenarlas, porque la humedad conseguiría que se pudriesen rápidamente.
Luego, sólo tenéis que ponerlas en un cesto o caja con buena ventilación, junto con una manzana. La manzana segrega unos compuestos químicos que evitan que la patata se arrugue y que le salgan brotes. Curiosamente, la manzana también se conservará durante mucho más tiempo. Y si tenéis cebollas, cebolletas y ajos en el mismo contenedor, comprobaréis que también mantienen en perfecto estado durante mucho tiempo.
Para conservar las cebollas:
Uno de los motivos por los que las cebollas se echan a perder (ya sabéis a qué me refiero, blandura y mal olor), es porque las cebollas están unas en contacto con otras. Así que, si las separamos, durarán mucho más. Y claro, no vamos a tener una cebolla en la nevera, otra en el aparador, otra en la mesa de la cocina... casi sería cruel alejarlas tanto de sus compañeras :)
Para conseguir separarlas y almacenarlas de una forma sencilla, sólo te hace falta un panty viejo. Corta una pernera del panty y mete las cebollas dentro (igual que la malla donde suelen venderlas) y, para separarlas, pon una goma elástica entre cebolla y cebolla. Cuando tengas lleno el panty, sólo tienes que colgarlo en un lugar fresco, seco y ventilado, et voilá.
Para conservar los ajos:
Si no te gusta esta opción, siempre puedes congelarlos una vez pelados. Guárdalos en un tupperware o en una bolsa zip y saca los que necesites para cada plato. El sabor del ajo conservado de esta forma pierde un poco de potencia, no como en el caso del aceite.