cuantas consideraciones rígidas y pulguientas pueden haber detrás de tan intolerable y despreciativa persona que, sin ningún grado de arrepentimiento, abandonó a su familia para huir con los ahorros que estaban destinados a solventar la operación de médula de la abuela. Todo por una jovencita que encima resultó ser la hija menor de tu mejor amigo. Te fuiste de viaje sin importarte nada. Y estuviste así hasta que se acabó el dinero y caiste enfermo. Entonces te encontraste solo, sin nadie que te atienda en el estado que estabas, lleno de cables y tubos de aire. La piba te visitó los primeros días pero a la semana comentaron que se fue con un enfermero. Y ahora con total descaro querés regresar y que todos se olviden de las miserias que pasaron mientras vos te mandabas la gran vida por Europa. Me gustaría saber que vas a decir cuando tu familia cuente los últimos meses de agonía de la pobre abuela. Por lo menos, como mínimo, te van a escupir en la cara. Y cuidate de que no se entere tu amigo que volviste porque ni te imaginás la golpiza que te vas a comer. Quizás el único que te pueda llegar a recibir es tu hermano Joaquín. Pobre diablo. Las veces que te socorrió monetariamente y vos te lo terminabas gastando en los burros. O la vez que te salió de garante de una casa que al final porque te atrasaste durante años con las rentas casi le termina rematando su viejo rancho. Pero eso no te importaba. Ahora vas a tener que esmerarte de verdad para que tu hermano se crea que estás en la lona, ya que él significa el único auxilio que queda. La cara de desgraciado la tengo que ensayar mejor frente al espejo, quizás si me dejo la barba y me pongo una camisa vieja...
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