Revista Literatura

Contra el aburrimiento y el zapping

Publicado el 17 diciembre 2013 por Migueldeluis

Aburrido. Zapping. No me gusta. Zapping. Tontería. Zapping. Ya lo vi. Zapping. Otro concurso de canciones. Zapping. La película de cuando el alcalde se llamaba Recesvinto. Zapping. Dibujos para niños. Zapping. Ranchera de los 70. Zapping. Más dibujos para niños. Zapping. Teledienda. Zapping. Documental de voz grave sobre el cultivo de la mandarina en Pelonos del Castillo. Zapping.

Quince canales más tarde vuelves al primero porque ya ha pasado tanto tiempo que seguramente han cambiado de programa. ¿Pero es qué no ponen nada interesante en ningún sitio.

No es culpa de la televisión

Cuando era niño, en mi isla solo podía acceder a un canal en español y, los días buenos, a una serie árabe sobre un héroe que era como El Zorro pero con turbante, o eso me pareció pero si te digo la verdad solo me importaban los espadeos. En aquella época, a efectos prácticos, la televisión tenía solo un botón: el de encendido. Y mis elecciones eran minimalistas: ver la tele o hacer otra cosa. Sabía por mis padres, y porque mi televisor holandés venía con ocho botones que en otras partes habían muchos canales y podías, en cualquier momento, ver una película, o saltar de una a otra y que, casi siempre, había algo que podían ver los niños. Me contaban que había gente que tenía tantos canales que se aburrían más que nosotros no sabían que ver, pero me pareció a cosa que se dice a los niños para consolarnos. Soñé.

Llegó el segundo canal y desperté. Vale había más variedad y estaba bien, pero tampoco era lo que había soñado. Luego un tercero, cuarto y quinto, una explosión de canales locales malísimos y poco después una parrilla de televisión por satélite. La locura.

Tu quieres marcha, marcha

Es tu cuerpo que te está pidiendo otra cosa. Para ser breve, lo que quieres es nada más que te levantes de ese sillón cómodo y andes, corras, saltes, hagas flexiones o patalees. Que subas y bajes, que hagas sentadillas de un segundo, que cantes y bailes, que grites, que hagas algo.

“¡Bah!”, puedes pensar en ese momento, “estoy cansado y aburrido”. No, mi pequeño minimalista, no estás cansado, lo que te falta, lo que tienes que encontrar es el vigor, las ganas, la alegría. Y nada de eso se encuentra al otro lado de la pantalla. Ya tienes demasiado de eso, en el trabajo, en nuestra casa, en Internet, incluso ahora mismo que me estás leyendo, las pantallas nos persiguen. Pasamos demasiado tiempo sentado, nos duele el culo y nuestras piernas quieren andar y correr. Para eso evolucionamos, para movernos y explorar el mundo.

Pero no soy un hombre de las cavernas

A veces tendemos a pensar que hacer deporte es malo para la creatividad y la inteligencia. A lo mejor tienes el recuerdo de niño del típico amigo que era malo en todo menos en fútbol, baloncesto y natación. Pero ese chico no suspendía por hacer deporte, suspendía por falta de estudio y quién sabe que cosas más.

No te engañes. Sabes que no te hablo de que dejes de hacer lo importante por correr. No, lo que te digo es que dejes de estar aburrido en ese sillón y te levantes. Y andes y corras.

Yo lo hago, ¿y sabes qué? Las mejores ideas para mi blog, mis mejores relatos nacen siempre de estar afuera, moviéndome. Moviéndome mal, corriendo como un gordo, si quieres, haciendo deporte como inútil, te lo concedo, pero moviéndome al fin, oxigenando mi cerebro, llenándolo de nuevos estímulos o dejándole tiempo a solos para que haga su magia o simplemente poniendo en su sitio a esas sombras que parecían monstruos.

El estrés huye de quien corre, el día parece ganar minutos, porque son minutos que no pasas aburrido, porque no tienes a nadie que te presione, solo estás tu, el camino y las ganas de moverte.

Levántate.


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