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Contra el nacionalismo (Segunda parte)

Publicado el 17 marzo 2010 por Fujur
Pero ¿sabe qué quiere decir una nación?; y aquél responde: "Una nación es la misma gente viviendo en el mismo sitio". J. Joyce, Ulises. "Para nosotros, ciudadanos de la República Federal, el patriotismo de la Constitución significa, entre otras cosas, el orgullo de haber logrado superar duraderamente el fascismo, establecer un Estado de Derecho y anclar éste en una cultura política, que, pese a todo, es más o menos liberal". Jurgen Habermas

Muchos serán quienes se habrán dado cuenta de los problemas sociales que, poco a poco, va causando el nacionalismo catalán dentro de la sociedad catalana. Aún a riesgo de parecer querer tirar “piedras sobre mi tejado”, he traspasado las fronteras de lo “oficialista” para ejercer de blogger, es decir, expresarme libremente. Sin embargo, la primera parte de mi ensayo no acaba de tener “todo” su significado, si no se lee también esta segunda sección.Contra el nacionalismo (Segunda parte)

Se ha escrito antes sobre uno de los más genuinos “nacionalismos periféricos”, tratemos, ahora, el no menos criticable, a mi modo de ver, “nacionalismo centrípeto”. Junto a la “ley de convocatoria de referéndums con permiso del Estado”, a lo largo de la semana pasada destacaron las diferentes comparecencias en orden a discutir la prohibición, o no, de las corridas de toros en Cataluña. Coincidiendo con esta iniciativa, para nada centrada en el sufrimiento animal (o al menos no tanto como en el debate identitario), el gobierno de la Comunidad de Madrid ha propuesto declarar a la “fiesta nacional” como bien de interés cultural. Este juego de “vasos comunicantes” es un ejemplo de cómo funciona, en la mayoría de los casos, el fenómeno nacionalista.

Comúnmente se afirma que existen dos tipos de nacionalismos (así lo hace, por ejemplo, Walter Feinberg, de la Universidad de Illinois): el nacionalismo de exclusión y el nacionalismo de resistencia (pudiendo darse casos en el que ambos se predican en un mismo ámbito, por ejemplo, de resistencia frente al Estado, y de exclusión frente a los inmigrantes)1. El alza de uno es correlativamente proporcional al aumento del otro; el aumento del centralismo madrileño siempre provoca un auge del independentismo catalán. Cuando a “unos” se les ocurre prohibir los toros, a “otros” les falta tiempo para declarar las corridas como “bien de interés cultural”. Ello está claramente correlacionado, y encuentra su fundamento en una misma cosmovisión nacionalista, instrumentalizada, del mundo que les rodea.

Desde el gobierno de Madrid se cree en una nación española imaginaria. Se identifica a los toros como un “bien propio”, una “fiesta nacional”, obviando su hondo arraigo en Latinoamérica, Portugal o sur de Francia. Precisamente, con motivo de la discusión actualmente en curso en el Parlament de Cataluña, el Alcalde de Arlés (Francia) ha tenido ocasión de defender a los toros como un patrimonio del sur de Europa. No entraremos en temas de tauromaquia, pero es evidente que la manipulación del toreo es un hecho en el debate, no sólo catalán, sino también del resto de España. España equivale a Estado Español, y Cataluña a Comunidad Autónoma de Cataluña, en ambos casos contraponemos el nombre “oficial” a la administración que le representa. No podemos reconocer “culturas” o “identidades” propias de una u otra, cuando precisamente, el criticar los excesos de una, implica criticar los de la otra. Analicemos, visto esto, un eContra el nacionalismo (Segunda parte)jemplo un tanto “populista”.

Para todo buen aficionado catalán “culé”, los lunes son un día de honda indignación “nacionalista”. Los comentarios de la “totalidad” de emisoras con sede en Madrid (por nombre “nacionales”) critican al equipo de la periferia por excelencia, el F.C. Barcelona, hablando, en muchas ocasiones, con prepotencia, de cagómetros, “villaratos” y demás entelequias de poca monta, propias del periodismo malo, caduco, y en muchas ocasiones, ofensivo. En alguna ocasión habrán visto que afirmo que no hay mayor “fábrica de independentistas” que una mala actuación arbitral en contra del F.C. Barcelona, o la lectura de uno de los periódicos de “ámbito nacional”, con sede en Madrid: véanse diario As o Marca. El fútbol es un fruto, claro, del tribalismo que reside en los nacionalismos. Solo hace falta ver cómo se esgrime la bandera de “la nación común” por algunos aficionados del Real Madrid, siempre que va a jugar el F.C. Barcelona, Atlétic de Bilbao o Real Sociedad.

En su brillantísimo artículo, Glover2 hace mención de un estudio psicosocial practicado hace ya algunos años3. Se hicieron dos grupos de chavales (unos serían, durante bastante tiempo, “policías”, y los otros “ladrones”). La duración del juego hizo que el mismo se debiera suspender por el surgimiento de roces e inicios de “crueldad” en el trato de unos contra los otros. ¿Qué nos indica un común juego de “polis” y “cacos”? Que las rivalidades deportivas comparten con los juegos muestras de un tribalismo (una peligrosa relación entre “identifiación” y “hostilidad”), quién sabe si no inherente a nuestra especie.

Ello puede verse en relación con el nacionalismo. El nacionalismo de “imposición” (desde el centro) provoca siempre un nacionalismo de “frustración”, fuere en la periferia o, en otros casos (no en el español), en las minorías étnicas. Insistiré en lo dicho en laContra el nacionalismo (Segunda parte) primera parte (pasado post), las ideas, y citas, propuestas por los autores ya vistos pueden aplicarse a “cualquier” tipo de nacionalismo, fuere éste español, vasco, catalán, serbio, galés o canadiense. Tan nocivos son los informativos manipuladores del centro hispano como los discursos populistas de políticos secesionistas. La “razón” no es que sea necesariamente una, pero como dicen los neurocientíficos, no tiene por qué venir del mismo lugar que los sentimientos, que el tribalismo, que el nacionalismo. Separemos lo correcto de lo querido. Espero que, con esta segunda parte, queden más claros los “conceptos”. ¿Qué opinan?

Ejemplos de binominos naconalistas:

Ejemplo 1: Se construyen la mayoría de instalaciones olímpicas sin haber ganado su candidatura. En Madrid se dice que es un valor de la propia candidatura, y que, en todo caso, son equipamientos que requiere la urbe capitalina. En Barcelona se afirma que, con el pretexto olímpico, se han asignado fondos a Madrid, cuando no tenían que ser necesariamente, ni para esa región, ni para ese proyecto. Antes, no en modo marginal alguno, se dijo que Madrid y el resto de España estaban pagando los juegos olímpicos a Barcelona.

Ejemplo 2: Un actor conocido en su región aparece en un partido F.C. Barcelona - Valencia clamando por la independencia de los “Países catalanes”. Mientras, en la cadena pública de Madrid, TeleMadrid, existen ciertos periodistas que atacan, reiteradamente, a los que viven en Cataluña.

Ejemplo 3: En Madrid, dicen en Barcelona, son “catetos”; en Barcelona, dicen en Madrid, son “peseteros” y hablan “polaco” (la cadena pública de Cataluña, con esa broma, tiene un programa de humor titulado: “Polonia”).

…. los ejemplos son varios, seguramente muy similares a los que tengan Marsella y Lyon con París, o Milán con Roma. Son síntomas de “populismo”, “sentimientos comunes”, y como en el experimento entre “policías y ladrones”, de tribalismo. El propio Glover hace una excepcional referencia a un fragmento de la “Guerra del Peloponeso” de Tucídides: “Lo que hizo inevitable la guerra fue el crecimiento del poder de Atenas y el temor que esto causó en Esparta”. Obviamente, la antigua Grecia Clásica se caracterizó por no ser un sólo Estado, cuestión que no se solventaría hasta la conquista macedonia. Pero no deja de ser “indicativo” el correlato entre los sentimientos espartanos y atenienses.

¿Es capaz que exista un país sin nacionalismos? ¿Es el nacionalismo un factor con beneficios y lacras, o, simplemente, un “mal necesario”? ¿Qué opinan?

* Nota finaContra el nacionalismo (Segunda parte)l: vistos el nacionalismo “periférico” y el nacionalismo “centralista”, queda un tercer tipo, más que de nacionalismo, de “conflicto identitario”. Se intentará hacerle mención en otro post pero, a modo de avance, quisiera dejar claro que, en comparación con los “problemas” existentes en países como España, Bélgica o Italia, hay un problema europeo que sobrepasará, con creces, lo hasta aquí visto. ¿Qué sucederá cuando un partido islamista turco consiga representación parlamentaria en Alemania? Virtud del principio de libertad religiosa ¿es posible la construcción de la mezquita más grande de Europa en Sevilla, cuando el islamismo radical sigue reivindicando el sur de España como territorio musulmán?

Los problemas “nacionalistas-identitarios” tienen una magnitud “in crescendo”, y en cualquier caso, como ya recogiera Alexis de Tocqueville en su Democracia en América, no podemos comparar estos problemas, ante todo europeos, con ejemplos norteamericanos. Los modelos defendidos, por ejemplo, por Kymlicka (aplicables al Québec), no son de posible aplicación en España o cualquier otro país europeo. ¿Por qué? Por los restos de aristocracia, historia y privilegios sociales... Aunque, como afirmo, esto es motivo para otros posts.

1W. Feinber, “El nacionalismo desde una perspectiva comparada. Una respuesta a Charles Taylor” en La moral del nacionalismo, Barcelona, Gedisa editorial, 2003.2Glover, “Naciones, identidad y conflicto” en La moral del nacionalismo, Barcelona, Gedisa editorial, 2003.3 C. Haney, C. Banks, y P. Zimbardo, “International Dynamics in a Simulated Prison”, International Journal of Criminology and Penology, 1973.

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